Menos mal que Gonzalo Bonadeo se dio cuenta a tiempo y en plena carrera de BMX pidió disculpas. Y lo hizo muchas, pero muchas veces.

La autocrítica se produjo después de celebrar, en pleno relato, un accidente de tres competidores que podía favorecer al riojano Nicolás Exequiel Torres y así lograr un lugar en la lucha por una medalla. "Ahí está la caída. Vamos Exequiel que siguió y está cuarto en este momento...", relataba Bonadeo. Unos segundos después pidió perdón casi hasta el final de la carrera.

 "Disculpen – dijo- es muy feo lo que acabo de hacer, pero me salió del alma. Es muy poco deportivo”. 

Menos mal. El silencio en este asunto, sin las disculpas y la autocrítica por semejante gesto típico de Marcelo Araujo, hubiese acarreado la crucifixión de Gonzalo como resultadista.

Pero Bonadeo pidió perdón. Y este es el asunto.

¿A cuántos periodistas argentinos han escuchado ustedes dar marcha atrás, hacer una autocrítica, presentarse una semana después de la mentira, o el exabrupto (escrito o hablado) confirmando así que pertenecemos a una de las profesiones más soberbias del planeta?

Miles de relatores, comentaristas, analistas, envueltos o no en sus mantas nacionalistas, creen que la ventaja sucia o desleal, si favorece a los nuestros, es digna de elogio o de reivindicación. Años llevó entender a un sector más decente del periodismo que la mano de Maradona ante los ingleses en 1986 y el bidón de Bilardo ante Brasil en 1990, o las patoteadas tribuneras de Ruggeri y Chilavert, son expresiones desleales que no deben consentirse ni protegerse.

Qué bueno sería que otros escribas del deporte hiciesen algo parecido. ¿Para cuándo la autocrítica de Pagani con sus gritos y desaciertos? ¿Para cuándo la de Luis Vinker, de Clarín, quien ahora comenta el reciente triunfo del italiano Jacobs en los 100 metros de Tokio, y quiere hacerles creer a los lectores que sabe de atletas cuando a la vez es presidente de la Fundación Ñandú que organiza carreras de fondo en la Argentina, ¡cobrándoles dinero a los atletas!? 

Para eso sirve la autocrítica de Bonadeo, para rescatarla de tanta bobería que gira y gira. Tanta Fake News que nos atormenta y de las que sus autores (periodistas) nunca piden perdón.

 Anoten y lleven la cuenta de cuándo una periodista o un periodista de política, de economía, de un noticiero, o de aquellos conductores de programas se planta frente a la pantalla y dice “me equivoqué”. Y no sólo eso, que repita esa frase dos o tres veces en el transcurso del día para que nos quede claro.

Esta vez le tocó a la prensa deportiva dar un ejemplo. Al menos uno.