La lucha por la democracia informativa, sin dudas, tiene al estado como principal responsable. Si fuese por los medios privados el acceso a la información de los pueblos/sociedades estaría siempre a merced de los intereses comerciales y serían ellos y sus empleados quienes decidirían qué es noticia de acuerdo a sus bolsillos o a sus intereses manejados desde el poder publicitario.

En la prensa deportiva todo ello puede sintetizarse en estos días en lo que viene ocurriendo con el Futsal. 

Para empezar, hay un Mundial de Futsal que se juega en Lituania. La Argentina es el último campeón y logró, en estas horas, su pase a los octavos de final.

Nada de ello está en los suplementos deportivos del lunes, día en que la Selección enfrenta a Irán. 

El Futsal, no vende, dicen los mal llamados especialistas en programación. 

Ese interés comercial para determinar si podemos o no enterarnos de lo que ocurre en ese Mundial, va a contramano del interés que sí tiene nuestra sociedad con un deporte que se practica en todo el país. ¿Quién no ha jugado alguna de las variantes del Futsal que no es otra cosa que el modelo cancha chica del fútbol?

Sin embargo, la maldita mano del mercado y todas sus variantes liberales-ambiciosas, que han carcomido el pensamiento periodístico, impiden que en la Argentina se conozca protagonistas, partidos, historias y resultados del Futsal.

Algo parecido a lo que ocurre con el fútbol femenino.

La sola existencia del canal estatal DeporTV o de la TV pública muchas veces no alcanza.

En estos días, el esfuerzo de transmisión de estos dos medios, apenas alcanza para que la oscuridad no envuelva totalmente el esfuerzo de los muchachos seleccionados.

¿Qué ocurriría con la difusión de este deporte si los y las periodistas se ocuparan del Futsal tanto como se han ocupado de la estupidez del cambio de Messi en el PSG quince minutos antes del final del partido?

En estos días se ha discutido bastante sobre la eficacia comunicacional desde el estado. Nuevamente, en el centro de la escena, estuvo “la política de comunicación”. Un tema tan esencial a la democracia como los asuntos económicos. Siempre hemos señalado desde esta columna que ya sabemos que en la agenda de los gobiernos, el deporte figura del fondo del agujero, para abajo. Salvo cada cuatro años, cuando llega el Mundial. Pero ni nos han vencido, ni nos vencerán. 

Hostigaremos de todas las maneras posibles para que un estado cada vez más presente haga lo suyo y se consiga el objetivo de poner punto final a la dominación de los contenidos. Para ello hay que lograr profundas transformaciones por medio de la política, pero además un cambio de cabeza muy fuerte en la formación de las y los periodistas deportivos.