Dos FIFA hay en la vida. Una ampulosa, evasora, ambiciosa y colmada de gente mala en buen parte de su dirigencia. En general, cada tanto, se los ve pisar suelo suizo.

La otra, sencillita y abundante en humildades y gestos que recuerdan cada tanto que el fútbol, en definitiva, no es otra cosa que otra de las millones de expresiones de cómo se comporta la gente con los demás. Esta última está conformada por deportistas que no ganan fortunas, trabajadores.as de los clubes, de las entidades y de las asociaciones, que dejan lo mejor de sí en cada hora de su vida dedicada al deporte. ¿Son los menos? ¿O son los más?

Veamos cómo se expresaron los dos mundos FIFA en la última semana.

El reciente hallazgo de miles de empresas offshore destinadas al delito de evasión fiscal (Pandora Papers) demuestra una vez más hasta donde llega el olor a podrido y las manos sucias en el ambiente futbolero. Humberto Grondona, el “Humbertito” cuyo lomo es sobado semana a semana por la mayoría de los periodistas deportivos de la Argentina, el hijo mayor de quien fuera presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) durante 35 años, Julio Grondona, resultó – según la investigación- único beneficiario de una sociedad creada en Belice para recibir la fortuna heredada de su padre.

Fortuna que Don Julio no hizo con la ferretería en el sur bonaerense, si no con el dinero que se investiga en las causas abiertas en los Estados Unidos, de las que sólo zafó por su fallecimiento.

Humbertito y su empresa, registrada en diciembre de 2014, seis meses después de la muerte de su padre, estaba a punto de gozar ocultamente de la fortuna del expresidente de la AFA y exvicepresidente de la FIFA, dinero al que nuestra prensa jamás le siguió la pista ni aún cuando hace cuatro años explotó el Fifagate.

Habrá que ver si los sabuesos argentinos de la AFIP le caen con todo a los apellidos locales de tanta lista de sospechosos que se publicó el lunes pasado en todo el mundo. Y que no se repita la vista gorda que se hizo entre 2015 y 2019 con el actual integrante de la Fundación FIFA, Mauricio Macri, quien figuraba con sus empresas en los Panamá Papers.

Otros apellidos de la FIFA rica, no sorprendieron en la lista que hoy el mundo conoce gracias al Consorcio de Periodistas de Investigación: Angel Di María y Javier Mascherano. El primero con una sociedad offshore que seguramente abogados y contadores le dijeron que abriese en Panamá en 2009, meses antes de llegar al Real Madrid. La empresa, sin sede ni empleados, siguió operativa mientras Di María jugó en el Manchester United y al parecer aún lo está luego de ser transferido al Paris Saint-Germain. Mascherano eligió las Islas Vírgenes Británicas entre 2013 y principios de 2016, para hacer inversiones inmobiliarias escapando a la AFIP española.

¿Y en la FIFA pobre qué? Allí está, brillante y luminoso, el esfuerzo de los planteles que concurrieron al Mundial de Futsal en Lituania. Las tapas y la atención que se ganaron en la Argentina los integrantes del seleccionado subcampeón, no deberían morir en un lunes de octubre (veremos ahora qué pronto la prensa olvida al Futsal).

Mucho más cuando allí vimos la gigantesca actitud del entrenador Matías Lucuix, al recibir su medalla por el segundo lugar. Lucuix se la ofreció a Lucas Trípodi, jugador del Inter de Madrid. quien estuvo ausente por lesión (rotura del ligamento cruzado). Lucas no la quería recibir, y el técnico insistió hasta que logró pasar la cinta por la cabeza del genial jugador, ausente en la cancha en este torneo. Solidaridad, compañerismo. Pensar en el otro.

Los humildes del Futsal merecen más atención, como lo merecen las chicas del fútbol, las divisiones inferiores, los clubes de barrio. Allí donde los evasores FIFA y de la FIFA rica, lanzan sus limosnas para que alguien cada tanto les diga, con la mejor sonrisa falsa, “gracias señor”.