En una reciente nota de Maximiliano Uria en el suplemento deportivo de Clarín, Carlos Marinelli, el ex jugador de Club Parque, Argentinos, Boca y Middlesbrough, dejó una serie de reflexiones acerca del mundo futbolero de estos tiempos. Una palabra, rara vez usada, y en boca de un protagonista dispara esta columna. Marinelli habló de divismo. Divismo en el ambiente del fútbol.

Lo ejemplificó con una anécdota de vestuarios en Boca, cuando regresó al país: “Me acuerdo que llegué al vestuario y me dijeron "acá no te podés sentar, acá tampoco y acá tampoco". Lo mismo en el comedor y en el colectivo. Una cosa de divismo que me chocó mucho. Competían para ver quién tenía el bolsito más caro. Yo venía de Inglaterra y de que Gascoigne se corra para que te sientes al lado de él. Y no lo hacía conmigo, que por ahí era un chico más reconocido: venían los pibes que recién arrancaban y les hacía un lugar” (link a la nota)

Serio y acertado lo de Marinelli. El divismo se nota no sólo en los ambientes de vestuario; también en las vidas de estrellas de Hollywood que pretenden llevar decenas de futbolistas y muchos de sus familiares, y en las poses egocéntricas cuando, con los años,  llegan a los programas de TV a ganarse un puñado (gigante) de dólares. Destacan en este último rubro personajes como Oscar Ruggeri y Hugo Gatti. O los que canjean su imagen por su aparición en cuanto reality o show les ofrezcan.

El divismo de hoy no es otra cosa que el aumento exorbitante del individualismo y el consumismo portado por un señor, o señora, que anhela lo observen como referente. Divo pretende ser Carlos Tévez exhibiendo su Rolls Royce, no por su auto en particular, sino porque lo hace en su micromundo de negarse a pagar impuestos en favor de quienes más lo necesitan. 

Contra aquel y éste divismo lucharon muchos deportistas. El más firme y honesto, y uno de los menos recordados, el gigantesco capitán de la Selección Nacional, Jorge Carrascosa.

¿Y hay divisimo en el periodismo? Para que les vamos a contar. ¿Y en el periodismo deportivo?

Veamos que dijo hace unos días Ernesto Cherquis Bialo al enterarse de los despidos de periodistas ejecutados en TNT Sports de la mano de su nuevo director, Enrique Sacco: “Mi experiencia con Sacco es muy triste porque uno no imagina un alma tan perversa. Es un trepador, es un delator, es un alcahuete del poder. Él le adelantaba a Grondona, presidente de la AFA por entonces, mis notas editoriales siendo mi segundo. Y vendió «La Oral Deportiva» a ESPN siendo yo el conductor. La condición que ponía Sacco era que él tenía que ser el conductor y el director de deportes, cargo que ocupaba yo”.

Divismo por aquí, divismo por allá, uno de los tantos males del comportamiento humano, capaz de arrastrar a la prensa deportiva a cuestionar técnicos en las conferencias de prensa. Preguntas muy remanidas, creyendo que nosotros somos divos del conocimiento táctico y técnico, generando así el fin de trabajo de entrenadores, a quienes despiden y luego deben indemnizar con millonadas, para alimentar a una prensa sedienta de cadáveres. Allí está, hace horas, el del Maestro Távarez. Por eso el divismo, mal internacional, es una de las pestes. Bien dicho, Marinelli.