Las desaforadas notas que abundan en el periodismo mundial, parecen escritas por generales de la OTAN y no por cronistas o redactores de una prensa que, al menos, debería tener un sentido de ubicación con estos días de sangre y horror en Europa.

Por un lado todo en el periodismo es pro-Ucrania. 

Por otro lado, todo es pro-muerte.

Informar sobre un conflicto sin sensacionalismo ni aumento de los prejuicios o estigmas, ni alimentando los discursos de odio no es tarea fácil.

En el área deportiva se ha dado el siguiente fenómeno. Diarios, radios, páginas web y canales del planeta exaltan todos los días la noticia, cada vez que un deportista o una deportista ucraniana toma las armas. En estas últimas horas destacan la foto con un fusil y uniforme militar de Irina Galay presentada como “la primera montañista ucraniana que hizo cumbre en el Everest y ahora se arma en defensa de su patria”.

Esto que algunos llaman “deformación de la condición humana” es realmente impactante. Se pide la paz aplaudiendo las armas.

¿Cuánto hay de similitud entre este periodismo de guerra (a 18.000 kilometros de distancia en muchos casos) que se entusiasma con los boxeadores, ex futbolistas, entrenadores, escaladores que se alistan en las Fuerzas Armadas o fuerzas de resistencia de Ucrania y esto que contaremos de la Segunda Guerra Mundial?

¿No es esto inflamar el grito de guerra que pide más y más armas y misiles para enviar a los ucranianos que dejan el pellejo en sus tierras atacadas? 

Poco tiempo después que Estados Unidos lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima, Albert Camus escribió un editorial en Combat, un periódico de la Resistencia francesa. Muchos lo criticaron. Dijo Camus: "hay algo indecente en celebrar así un descubrimiento que, para empezar, se pone al servicio del más formidable arrebato de destrucción que el hombre ha mostrado a lo largo de los siglos…la civilización mecánica ha alcanzado el último grado de brutalidad". 

Lo dijo cuando todo el mundo saludaba la existencia de una bomba atómica, de un arma todopoderosa, que forzaba la rendición japonesa. Al mismo tiempo miles de civiles japoneses morían por la explosión, el fuego, la radiación, las esquirlas.

El orden mundial que pretende la OTAN, y que pretenden que lo resuelvan miles de ucranianos enviados a la muerte, no merece el aliento de la prensa deportiva. Que tampoco debe aplaudir el despliegue de tropas rusas atacando poblaciones civiles. 

Tenemos que dar el ejemplo, desde nuestro humanismo, para que se alcance un acuerdo diplomático general, única manera de lograr una paz estable en Europa del Este evitando a los pueblos los estragos de una guerra. Los cinco anillos olímpicos, nacieron para ello. 

No para celebrar cada deportista que agarra un fusil Kalashnikov.