Ya ocurrió hace poco más de una semana. A Marcelo Gallardo se le preguntó sobre los silbidos a Messi en París, y el técnico de River, más cerebral que muchos periodistas que buscan el fácil recurso de incendiar jugadores, respondió: “En el fútbol nada llama la atención. Nosotros lo maltratamos bastante a Messi también. Tampoco nos hagamos los patriotas. Previo a que renunciara a la Selección. Gracias a Dios se arrepintió y volvió. Acuérdense, tengamos memoria también”.
Ahí vimos al Gallardo “con archivo”. Más ágil que unos cuantos periodistas deportivos. Más veloz que muchas mentes sin memoria, el Muñeco sacó la respuesta adecuada para quienes piensan que el drama debe inundar al deporte cada vez que hay una derrota.
El domingo, luego del superclásico, un colega pensó que el error de González Pirez en la cancha alcanzaba para lograr una frase fuerte del entrenador. El periodista cargo contra González Pirez y desde la mesa recibió la serena dupla Gallardo-sonrisas, y una frase “hay que mantener la serenidad”. Repitió tres o cuatro veces la palabra serenidad para mostrar algo más viejo que el viento y que es bueno que los periodistas lo aprendamos: no hay conductor que vaya a desflecar a sus jugadores luego de una derrota, ni aún en los peores partidos.
Este manejo que posee Gallardo sobre el periodismo y sus momentos reconoce otro mérito. Lo hace con una calma que debe poner inquieto a más de uno.
Tiene tanto oficio que además respondió muy bien cuando lo quisieron enredar con el viejo truco (truco embebido de cierta cobardía) de hacer preguntas sobre afirmaciones que tomamos de una hipotética voz popular. Es cuando los periodistas no nos animamos a decir “yo pienso que…” y empezamos a balbucear diciendo “muchos piensan que…” “la gente dice que…” “hay muchos hinchas que están enojados por….” “usted qué piensa de quienes dicen que…”
La malaeducación recibida durante décadas de quienes ocupan los lugares centrales en la prensa del rating, causaron estos y otros daños.
Daños que los Gallardo salen a corregir. Es que nacen allí, en el periodismo de radio y televisión, y allí es donde se cocinan los mayores defectos de una profesión que no resiste la feria de las vanidades.
Cuándo llegará el momento que la mayoría de la prensa deportiva entienda que no estamos para andar calificando jugadores y rellenando de palos y palos sus actuaciones como si en vez de jugadores de fútbol fuesen máquinas de la perfección. Estamos para contar historias ocultas o postergadas, para hacer literatura, para descubrir seres olvidados que valen la pena, para defender los derechos humanos. Y para tantas cosas nobles más que maltratar a un futbolista porque jugó mal.
Se nos va la vida con tonterías, Y en ese ida y vuelta, Gallardo les enseña a los más pibes, al igual que Gandhi “perder la paciencia, es perder la batalla”.