Si es por la televisión argentina, especialmente los medios privados, y el centenar de periodistas que mandaron a Qatar, la conclusión podría ser que se trata de un país sin clase trabajadora.

Hartos de ver la misma imagen de día y de noche (un cronista en las calles peatonales o no de la capital qatarí), con la misma muletilla de la ostentación, el lujo y los precios; los edificios, las luces y los hinchas a quienes se les pregunta siempre lo mismo, llevamos más de dos semanas sin saber qué ocurre con los y las trabajadores.as de Qatar. Inexistentes, borrados de las pantallas, invisibilizados, marginados o discriminados, los laburantes del país organizador del Mundial de las violaciones a los Derechos Humanos, no tienen registro.

Esta es una de las tantas deficiencias de la cobertura que recibimos por estas tierras, habituadas al periodismo mediocre y sin brillo que apenas tiene excepciones en los márgenes de la prensa. Recomendamos leer estas notas: la de Ezequiel Fernández Moores (https://accion.coop/opinion/los-ojos-limitados-de-occidente/), las de diversas.os periodistas de El diario.ar, las de Marcela Mora y Araujo o las de Tiempo Argentino.

El periodismo berreta en cambio habla de la opulencia y de aquello que la FIFA y el rey Infantino quieren que se muestre. Todo lo demás, se esconde bajo la alfombra, como en 1978 se pretendía ocultar aquí con la cómplice voz de los periodistas de Videla.

Por suerte aquella vez, un puñado de periodistas (algunos de la TV holandesa, el mismo día de la inauguración del Mundial) se empeñaron por mostrar la otra cara de la Argentina y a las heroicas Madres de la Plaza. 

Es difícil que se rompa esta mala costumbre de cubrir los mundiales de la misma manera cada cuatro años, cuando aquí, en las coberturas locales, más o menos se hace lo mismo. Todos los días, la misma cantinela. 

Uno puede preguntarle a cualquier lector o televidente qué imagen tiene del Mundial de Qatar y encontrará la misma respuesta, las referencias a un brillo de estadios y lujos que entra por los ojos agotados de tanta repetición. 

Una muestra clara de por qué somos como somos en materia periodística la dio la FIFA, homenajeando a dos representantes de la nada periodística: Macaya Márquez y Horacio Pagani. Un reconocimiento por concurrir a una determinada cantidad de Mundiales no significa nada. Lo importante es qué hiciste en la cobertura de los Mundiales, y ambos se caracterizan por el chamullo y la negación de la investigación, el reportaje distinto, la búsqueda de información que marque la diferencia. Comer de la mano de la FIFA es muy lindo, lo difícil es pegarle a la FIFA como corresponde por ser uno de los emblemas de la injusticia, el despilfarro y la corrupción.

Y futbolísticamente la manada-prensa subida al bombo de la Scaloneta y dale con la Scaloneta, la del mismo Scaloni que la prensa argentina acogotó en los primeros días de su nombramiento. El triunfalismo sube espumoso y nadie se ocupa de los rivales (¿vieron que casi no hay periodistas argentinos en los lugares donde se concentran y entrenan los equipos rivales de la Argentina?). una excepción, la analítica nota de Lucas Zalduendo, sobre cómo se está jugando en este mundial: link.

El fútbol nos hace bien, siempre nos hace bien. Es un derecho al que tenemos que cuidar, sin dudas. Pero que no haga olvidar los nombres y apellidos de los  económicamente poderosos, únicos responsables del daño que sufren las sociedades. Hoy, en el día de la muerte de uno de los mejores periodistas que dio nuestro país, Vicente Zito Lema, está bueno que nuestro cierre lo sea una de sus frases: “Lo único que el capitalismo puede “derramar” es la muerte, exclusión, hambruna, falta de trabajo, atentar contra la memoria histórica, sentir a los derechos humanos como el gran enemigo”.