Apagadas las luces del Mundial, debíamos prepararnos para los clásicos excesos de lengua de la prensa argentina. Y así ocurrió. En la práctica profesional del “hablemos sin saber” que tanto caracteriza a nuestras y nuestros periodistas, y en especial a los que embadurnan sus rostros en las pantallas, se destacaron dos cotilleos:

-Realizar dos mil especulaciones acerca de las razones por las cuales los futbolistas campeones del mundo no concurrieron a la Casa Rosada ni se asomaron al balcón histórico aquel martes de los hiperfestejos.

-Las causales por las cuales el plantel de Scaloni entonó, en el vestuario de la consagración, un cántico que más o menos decía así: “Hay que alentar a la Selección, oh, oh, hay que alentarla hasta la muerte, y no me importa lo que digan esos putos periodistas...”.   

Ernesto Tenembaum trató de explicar -el pasado fin de semana- lo que es por el momento inexplicable. “…Antes del partido contra Países Bajos, se conoció que Rodrigo De Paul sufría algún tipo de lesión. Como el entrenamiento fue a puertas cerradas, es obvio que desde adentro se filtró el dato de que no había practicado con el equipo titular y que algún problema tenía. Hubo periodistas que informaron incorrectamente que se trataba de un desgarro que lo dejaba fuera del mundial…

La circulación de esa información fastidió al técnico Lionel Scaloni. “Muchachos, parece que jugamos para Holanda”, dijo. Solo eso. Scaloni fue siempre moderado y respetuoso pero ahí se enojó. Era lógico porque la filtración complicaba su trabajo. Es una pena, pero a veces el trabajo correcto de un periodista puede enojar a personas nobles como el técnico de la Selección”.

Un cartel colgado cerca del predio de la AFA en Ezeiza minutos antes de la llegada de la Selección parecía dar otra explicación, muy distinta a la de Tenembaum: "Ni olvido ni perdón a los traidores en contra de nuestra Selección. Closs, Arcucci, Fabbiani, Domínguez, Niembro, Vignolo, Liberman, Ruggeri, Pasman, ESPN, etc".

Sobre el primer tema las explicaciones fueron tan agrietadas y despatarradas que todos.as merecían un diploma a la desinformación. Desde ya hubo quienes cargaban las tintas hasta el paroxismo de su odio ilimitado.

Lo concreto es que en uno y otro caso, nadie se preocupó por la sencilla tarea de formular una pregunta a los protagonistas. Y miren que los había: porque teníamos desde los jugadores hasta los integrantes del plantel directivo o del cuerpo técnico. O callarse la boca, hasta que esto aclare.

Y seguramente aclarará en los próximos días, o en las próximas semanas, cuando las dos preguntas del caso sean formuladas por un verdadero periodista. ¿a quién va dedicado aquello de los putos periodistas? ¿por qué razón el plantel no concurrió a la Rosada?

Tan sencillo, como ser buen periodista.