(Mejores columnas de 2022 - publicada en septiembre) Gracias a la variedad de recursos que los y las periodistas de Tiempo Argentino despliegan semanalmente, uno puede acercarse a materiales distintos sobre la vida deportiva que otros medios desconocen. Fue por el colega Andrés Burgo y una entrevista a Marcelo Gantman (periodista especializado en tecnología y datos relacionados con el negocio del deporte) que supimos de un libro recomendable para armar polémicas.

El trabajo se llama “El final del deporte como lo conocimos” y apunta a comprender cómo la tecnología y los datos modificaron ¿para siempre? no sólo el deporte sino al espectador que consumía deporte.

Desde la cada vez más seria frase sobre el público “hoy poca gente mira un partido completo” hasta la insoportable manía de los entrenadores de saber cualquier dato sobre el rendimiento de sus jugadores en cualquier actividad, el libro que aporta Gantman nos lleva a un futuro que resulta más entretenido de lo que soñábamos.

Es decir, si no tendremos más el deporte que conocíamos, todo indica que tampoco tendremos más el periodismo deportivo que sufrimos. Y eso es bueno.

Dice Gantman que muchos conocidos periodistas ya sienten el “temor a dejar de ser relevantes” y comienzan a transitar el mundo de las redes de todas las maneras posibles. Aún a costa del ridículo. Los asusta el triunfo de los streamers.

El alto nivel de rutina y más rutina del periodismo (una muestra es el show de Pagani enojándose de tal manera que ya nadie se ríe de sus zonceras y lo insulta) sumado a la interminable serpentina de los panelistas (tan parecidos a los panelistas de política y espectáculos de los canales de cable), permiten que una multitud de jóvenes (ninguno de ellos periodistas) más creativos y consumidores de cuanta aplicación novedosa aparece, gane espacios.

Como cada día hay menor cantidad de periodismo (menor estudio, conocimiento, investigaciones, denuncias, descubrimiento de historias, pinturas de personajes), apareció una mayor cantidad de atractivos generados por gente común que postean con algo de ingenio. Estos últimos, buscan seguidores con el sencillo procedimiento de mostrar lo ocurrido pero salpicado con algo de humor bajo la consigna “si te lo perdiste, yo te lo muestro”. O más sencillo aún, escribiendo pensamientos al voleo alrededor de un partido de fútbol para buscar coincidencias.

El periodismo se hizo muy previsible. El deporte, en cambio, fue al ritmo de los nuevos tiempos. Tanto que hay más igualdad y más respeto a los derechos dentro de una cancha, o en un entrenamiento o en un encuentro de lo que sea, que en una transmisión de un canal comercial o un canal de YouTube, donde se le falta el respeto al público con publicidades abrumadoras, con cobros extras a todo aquello que pretendemos ver o con discursos y comentarios fácilmente adivinables.

Quizás ya sea hora de escribir un libro que se llame “Hay que terminar con el periodismo como lo conocimos”.