(Mejores columnas de 2022 - publicada en el mes de merzo) Al machista mundo del deporte no le gusta nada que se desencadenen noticias sobre el deporte y las mujeres.  Al machista mundo del periodismo, no le gusta nada producir noticias sobre mujeres. Al machista mundo en que vivimos no le gusta nada escuchar noticias sobre mujeres. 

La presencia del deporte femenino en las pantallas – si bien ha crecido un poco respecto de una década atrás-  es minoritaria. 

Por eso es que se hundió en la indiferencia una de las noticias que mayor difusión debió tener en las páginas y pantallas deportivas: el gran logro de las futbolistas estadounidenses quienes, en febrero de 2022, cerraron un acuerdo con la Federación de Fútbol de su país que puso fin a la discriminación salarial. Las jugadoras recibirán 24 millones de dólares como indemnización y tendrán el mismo sueldo que el combinado masculino.

No fue por una acción voluntaria de la Federación. Las chicas debieron reclamar mucho en los medios y en los tribunales.

"¡Cuando nosotras ganamos, todo el mundo gana!", festejó Twitter Megan Rapinoe, símbolo de esa selección femenina y una de las voces más fuertes en la lucha por la igualdad en el deporte.

Semejante noticia, se esfumó entre los recuadros y los breves comentarios de los medios argentinos.

Es que por aquí andamos muy, muy lejos de una conquista de tal magnitud. 

En ese camino no queda otra que una legislación que imponga justicia e igualdad, o un cambio de conciencia en la cabezota de la mayoría de periodistas deportivos que lleve a la dirgencia machista de la AFA y de otras asociaciones y federaciones a cesar en su desigualdad. Sólo así podría darse vuelta este gigantesco acto de discriminación que muestra como a las deportistas mujeres se les paga nada o poco en comparación con los varones.

Nada distinto a la discriminación que se practica en todos los gremios, todas las provincias, todos los rincones.

Sí, discriminación. Discriminación en la que fuimos educados y a la que pertenecemos por culpa de una sociedad donde el corporativismo y la cofradía machista, como bien dijo la (ex) ministra de las Mujeres Elizabeth Gómez Alcorta, no paga sus costos. Muchos menos sus vergûenza.

Y que no nos vengan con el verso que la selección femenina de fútbol de EE.UU. es una gran potencia internacional y ha ganado cuatro Mundiales (1991, 1999, 2015 y 2019), y que ello es lo que justifica la igualdad salarial.  Ya sabemos que el seleccionado masculino estadounidense, que ni siquiera se clasificó para el último Mundial Rusia 2018, no es gancho televisivo. Pero es que este asunto de las Copas y las medallas no debe importar para valorar la igualdad.

La igualdad es un derecho universal, no una materia de evaluación a la hora de resolver los salarios.

Igual remuneración por igual tarea dice el artículo 14 bis de la Constitución. Ojalá lo aprendiesen quienes manejan los micrófonos de los medios y andan pregonando la defensa de la Constitución.

Y ojalá este ejemplo que viene del Norte encienda miles de mechas más en el Sur.