Resulta que un periodista se presenta como candidato a la presidencia de un club. Resulta que gana y entonces festeja como si hubiese obtenido un título mundial. Resulta que la mayoría de colegas deportivos lo elogia como el gran Salvador. Resulta que este periodista a los seis meses abandona el barco y adjudica culpas a quienes le prometieron que pondrían dinero en el club y no lo hicieron.
No hace falta dar nombres ni del club ni del periodista. Todo el mundo sabe de esta historia roja de Avellaneda. El asunto es el blindaje mediático que este personaje recibió en estos días, después de renunciar.
¿Llamativo? No, para nada.
Los blindajes periodísticos, muy habituales en estos tiempos, se consuman por obra y gracia del poder económico. Los grandes protegidos son los periodistas y/o empresarios ligados a los sectores dueños de la manija en la Argentina.
Hay blindajes políticos, blindajes económicos y también blindajes deportivos y mucho más blindajes periodísticos. Se traducen en críticas livianitas, menciones de algodón y una serie de excusas para evitar darle duro y como corresponde, a un personaje que, como este periodista-presidente, mintió.
Lo trataron livianito, como no se debe tratar a un dirigente que comete semejante traición con los socios.
El pasado fin de semana otro episodio triste sacudió a la prensa. Cuarenta y ocho despidos en el diario Clarín. Boca cerrada en la mayoría de portales y en los canales de mayor audiencia. Los horribles salarios y condiciones de trabajo en el diario deportivo Olé, que fueron denunciados hasta el cansancio en los últimos tiempos, tampoco merecieron mención alguna por parte de los y las periodistas que muchas veces se llenan la boca con esta remanida frase “ aquí yo tengo libertad para decir lo que quiero”.
Quedan cada vez menos periodistas con valentía para hacer críticas de medios y de periodistas. Esta columna tal vez sea una excepción. Nació con la sana idea de divulgar situaciones oscuras, marcar privilegios, y pegar un par de gritos frente a la impunidad de un periodismo que se la dan de guapo con ciertos sectores sociales o del mundo deportivo, pero que a la hora de exponer a quienes tienen la sartén por el mango, huyen…generalmente hacia la derecha y bien ensobrados.
Nuestro periodismo forma parte del gran problema argentino. Miente, oculta, tergiversa, se cuelga de las noticias falsas. Pero por sobre todas las cosas protege a quienes son la causa de todos los males, los medios y periodistas de doble cara.