"El componente diversión está muy presente en los programas. El boludeo reemplazó al conocimiento. Disimula. Hagamos pensar un poquito a los hinchas. Discutile al técnico, incomodalo con argumentos, no todas boludeces. Hay mucha holgazanería también”. La sentencia condenatoria sobre el periodismo deportivo actual figuró hace pocos días, en un reportaje de Cristian Grosso en La Nación, y la dijo un hombre que hizo de su trabajo un boludeo que reemplazó al conocimiento, el mismo que no hacía pensar a los hinchas y el que no discutía con los técnicos ni los incomodaba con argumentos. 

Ese señor se llama Marcelo Araujo y fue durante dos décadas el responsable del más grande retroceso cultural y profesional del periodismo deportivo en la TV argentina.

Décadas llevará en nuestro país desmontar los malos ejemplos de Araujo-Macaya-Niembro, un trío que hizo tanto daño como antes lo causaba José María Muñoz y sus emuladores. 

De estrechas relaciones con el oficialismo dirigencial de la AFA, en especial con Julio Grondona, el personaje que se salvó de la cárcel por poco (falleció antes de las órdenes de detención) en la causa donde se investigaban los sobornos pagados a dirigentes del fútbol sudamericano para otorgar derechos de televisación en diversos torneos internacionales, gente como Araujo apoyó un modelo de conducción tan antidemocrático como corrupto.

Araujo cree – y otros pocos que lo adulan están convencidos- de que su estilo sobrador y entremezclador de burlas e insultos en el relato, marcaron época para bien. En realidad marcaron época para mal. Pibes y pibas que se lanzaron luego a la aventura del relato deportivo y sólo pensaban en imitarlo, quedaron sellados a fuego con esa marca en la que sobra el mal gusto y faltan la inteligencia, el estudio, los datos, la historia, el conocimiento de la sociedad, el mundo deportivo y el fútbol.

Este personaje gozó de cierta fama en los tiempos en que el fútbol estaba secuestrado por un canal privado (el 13) y el monopolio era tal que ni siquiera había con quién compararlo. Curiosa época en la Argentina cuando se entregaba el premio Martín Fierro de programas deportivos a Fútbol de Primera, el programa que conducían Araujo y Macaya y que tenía ¡el control total de las imágenes de todos los partido del fútbol argentino! Claro, cómo no iba a ganar Fútbol de Primera. Nadie olvida la prohibición que existía para que otros noticieros o canal pasasen imágenes de los torneos locales hasta después de la medianoche del domingo, cuando finalizaba la transmisión de los resúmenes de la fecha de Fútbol de Primera.

De aquellos tiempos de cambalache privatizador hay registro y hay memoria. 

De esa memoria se trata esta nota. Para que al menos no se consagre la impunidad.