El título de esa columna no parece una provocación…es una provocación. Cual sincronía de pesadumbres, los medios deportivos de Brasil y la Argentina imploran mejores tiempos para sus seleccionados de fútbol después de verlas arrancar con tristeza en los Juegos Olímpicos de Río. El abatimiento es tan parecido que hasta el consuelo les llegó del mismo firmamento: a falta de celebraciones futboleras, el judo les dio a ambos países la primera medalla de oro.

Claro, de pronto los nombres de Rafaela Silva en Brasil y el de Paula Pareto aquí, se convirtieron no sólo en la tapa de todos los diarios sino en las noticias más repetidas de los canales de noticias.

El judo, eterno olvidado en las menciones de los periodistas deportivas, caía en manos de los interesados y los oportunistas para arrojarnos torrentes de frases hechas que siempre incluían las palabras, esfuerzo, trabajo y sacrificio.

Al parecer los redactores no conocen otra forma de explicar las victorias de los medallistas que dando rienda suelta a sus apáticas consideraciones sobre los deportistas. La crisis creativa permanente y el desconocimiento del deporte en cuestión, abundan.

Cuando se abandona – como se abandona en la Argentina – el trato diario de la mayoría de los deportes y las novedades cotidianas de los deportistas, ocurre lo que sucedió el pasado sábado 6 de agosto con el diario Olé. El título principal de la tapa decía “Plan Canje” , llevaba la foto de un arquero y hablaba de las dificultades de Boca para adquirir el pase de Marchesín. Justo el día en que un grupo de deportistas argentinos debutaban en los Juegos, entre ellas la Peque Paula Pareto.

Así de devaluadas están las cosas. Por eso vivimos el país deportivo que vivimos con la inmensa mayoría de los deportes que no se practican en las escuelas públicas argentinas. La falta de planificación, reconoce una culpable: la codicia del fútbol, la codicia por el fútbol.


Cual vaca exprimida, el fútbol argentino decae al compás de la decadencia del periodismo deportivo. Era inevitable. Pero aquí tal vez la cosa haya sido así: fue tanta la mediocridad de la prensa, que el fútbol terminó amoldándose.

Jornal do Brasil, el mismo día en que Rafaela Silva conquistó la medalla en los 57 kilos, decretó la muerte de un ícono del fútbol: la selección de Brasil. Lo hacía después del 0 a 0 con Irak.

Sin dudas estamos lejos del día en que se consagre la igualdad deportiva en el periodismo. Es decir, que las noticias y comentarios sobre fútbol profesional no monopolicen la información deportiva con noticias más bien intrascendentes todos los días.

Por suerte, cada cuatro años, nos cae la bendición de los Juegos Olímpicos, único momento en la vida en que el judo vale más que el fútbol, la natación más que la FIFA y un buen partido de tenis de mesa opaca al mismísimo Messi.

Por eso, a pesar del multinegocio del COI, la censura a las protestas de parte del pueblo brasileño contra Temer y los actos de represión contra los espectadores que muestran carteles políticos en los escenarios olímpicos de Río, podemos decir ¡qué bello momento es el de los cinco anillos multicolores!