Enrique Gastañaga, periodista de Clarín, advierte en las primeras líneas del reportaje publicado el sábado 5 de noviembre, que Claudio Borghi quiere hablar de fútbol. Y que así, con esas condiciones, lo recibirá en su hogar chileno desde donde se divisa la Cordillera. Quien hubiese dicho hace un tiempo que los protagonistas del fútbol, aleccionarían a los cronistas sobre el tema más elemental: “Che, mirá que quiero hablar del juego, del deporte”.

 

Pero ya nada de ello se puede en la Argentina. Y entonces por más que Borghi pretenda hablar de fútbol, todo aquello que rodea al fútbol se impone, y no hay más que resignarse. Bien lo dice: al fútbol se lo cura con soluciones políticas y periodísticas.

Para lo primero, ya lo hemos dicho, hace falta una revolución dirigencial y política en la Argentina que no ocurrirá durante este gobierno. La mentalidad “hacele ganar a las empresas todo lo que las empresas quieran” predomina por el momento en los ámbitos donde se gestan las decisiones. El desguace y el hundimiento se profundizan. Ello continuará, hasta que los pueblos hagan sonar el escarmiento.

Para lo segundo, este pequeño espacio, realiza breves aportes con el objetivo de disparar reflexiones sobre el comportamiento de la prensa.

La nota de Gastañaga, o mejor dicho las reflexiones de Borghi, contribuyen al debate general.

Borghi, talentoso ex jugador, ex técnico y hoy comentarista de TV, ha dicho:
Muchas veces el jugador dice lo que la gente quiere escuchar. No hay que preguntarle ‘¿vas a ser campeón?’. Todos queremos ser campeones, pero las presiones muchas veces sobrepasan a la capacidad de la gente”.

Borghi sabe que ha metido el dedo en la llaga. Ha dicho que el periodismo, además de realizar la misma pregunta estúpida de la década del 40, estruja y estruja con el cretino latiguillo de exigirle a 30 equipos que todos salgan campeones. O a la Selección argentina, con el asunto de haber ganado ¡nada más que dos Mundiales!, y que por lo tanto todo subcampeonato, tercer puesto o podio, es un fracaso. Al parecer, los periodistas de esta calaña, poseen una curiosa e inverosímil estadística: hay selecciones en el mundo que no paran de ganar y ganar copas toda la vida.

El ex Argentinos Juniors ha dejado otra chispa en la entrevista: “En estas condiciones, con el fútbol que no arranca, con dirigentes presos por corrupción, sin presidente en la AFA, para Argentina sería bueno no ir al Mundial y empezar de nuevo. Después, arrancaría bien, como corresponde. ¿Merecés ir al Mundial? Hay que merecerlo”.

Luces rojas. Ha dicho algo hiriente para el orgullo argentino y una herejía para los oídos del “ganemos como sea”. Nada menos que Borghi, ahora comentarista, sugiriendo que recibamos una lección de la historia. A nuestro triunfalismo, a nuestras creencias engreídas, a la soberbia blanquiceleste, oponerle el santo remedio de la lección más dura: que el fútbol se vaya al rincón, por cuatro años.

En estos tiempos en que todas las páginas deportivas se estremecen ante la posibilidad de quedar afuera del Mundial, las advertencias borghianas, muy parecidas a las advertencias borgeanas, son atendibles. No decimos para los dirigentes, culpables de sus ambiciosos desatinos de apostar al capitalismo, sino para los periodistas. Es decir, lean a Borghi.

link a la nota mencionada en la columna

http://www.clarin.com/deportes/futbol/Borghi-Argentina-bueno-Mundial-empezar_0_1681032092.html