Hizo bien Sergio Danishewsky de Clarín en denunciar el pasado sábado a la patria periodística que fagocita la Selección y a todos sus jugadores. Pero le faltó dar nombres. Y nombre de medios, o grupos periodísticos deportivos, como los que encabeza el diario Olé.

 

Mucho más certero, sin ser periodista ( o quizás lo sea, y de los mejores) fue el ex preparador físico de la Selección, Fernando Signorini, quien le apuntó a un largo listado de periodistas encabezado por Martín Liberman y le dijo sencillamente: “Vergüenza, náuseas, impotencia. Pero sobre todo asco, sí asco. Un asco terminal, irreversible, vomitivo, es lo que me produjo escuchar la enésima catarsis de histerismo adolescente de este ser impresentable, viscoso y miserable. El mismo asco que siento por el productor del programa que inexplicablemente este mamarracho conduce y que le baja línea de lo que tiene que decir para seguir intoxicando un ambiente ya putrefacto”.

Ha sido el de Signorini, por lejos, de los mejores análisis desde el mundo deportivo, acerca del periodismo deportivo argentino.

Y la frase de Liberman fue, fingiendo enojos ante las pantallas, de las más tristes y desagradables que emitió nuestra prensa. Pero que la pinta de cuerpo entero (a una buena porción de los periodistas). Ya lo habíamos dicho en los comienzos de Hipercrítico. El afán de pasajes, viáticos y hoteles que tiene un grupo enorme de periodistas que creen que ser periodista es viajar y aparecer ante cámaras.

Los dichos de Liberman después de la derrota ante Brasil (“Yo quiero ir al Mundial: me hacés perder guita si Argentina no clasifica. Para los boludos que creen que nosotros no queremos que Argentina clasifique al Mundial; ¡nosotros vivimos de eso, perdemos plata”) ingresaron en la actual competencia de quién hace más teatro frente a un micrófono para criticar a los mismos jugadores a los que elogiaban unos meses atrás. En este mundo de comunicadores alterados, aquellos que creen que hablando mal de Messi, Mascherano, De María, Higuain, Agüero, ganarán el cielo, muestran ciertas coincidencias: casualmente son los mismos de cuyas bocas inventan historias y agravios al último gobierno para quedar bien con los antikirchneristas.

Jugarla de guapos, pensar sólo en sus bolsillos, tener cero conciencia, menos cero solidaridad, no pensar nunca en los otros, son las características de quienes apoyaron siempre al poder económico del fútbol, a Grondona, y guardaron silencio en los tiempos más bravos: cuando había que pegarle a los empresarios y dirigentes que corrompieron FIFA y AFA. En esos tiempos, todos estos, estaban bajo tierra, cobrando sus hermosos y suculentos viajes.

Hace pocas horas, el propio Marcelo Araujo tuvo que callar a uno de ellos, el seudo periodista y presidente del Colegio de Abogados, Jorge Rizzo, quien desde su programa en Radio Cooperativa, opinaba como otros tantos diciendo: “Hay que formar una selección con todos jugadores que jueguen acá, así es como ganamos”. “No no, nunca fue así,” le dijo Araujo hablándole de Kempes en 1978 y Maradona y Valdano en 1986.

Son tiempos difíciles para la Selección, pero más difíciles para el periodismo deportivo que sigue cuesta abajo. Como si cual fantasmas, volvieran las ochentosas frases de César Luis Menotti (“el 98 por ciento de los periodistas deportivos no sabe de fútbol”) o del Pato Pastoriza (“los periodistas deportivos no saben de fútbol”) o de Bilardo (“miralos pasar a los periodistas, ahí van los invictos, los que nunca pierden”)

Se equivocaron, no es que no saben de fútbol; muchos, pero muchos, no saben de periodismo que es otra cosa.

Y entonces estará bueno que unos cuantos no vayan al Mundial, y que se queden en casa. Leyendo y estudiando.