Durante muchos años la mayoría de los medios contaba con páginas gremiales, cronistas de gremiales y periodistas acreditados en la CGT, el Ministerio de Trabajo o aquellos redactores que deambulaban por las luchas obreras buscando información.

Uno de los gremios más atendido era el de los futbolistas.

Por estos tiempos, cuando la inclemente mano del trío macrismo-patrones-medios asfixia el cuello de los trabajadores, al deporte también se le ve el cogote apretado. Sin embargo, el noventa y nueve por ciento de los medios carece de información cotidiana sobre cierres de fábricas, huelgas de trabajadores, reclamos colectivos.

La semana pasada, pudo leerse en algún rincón de las noticias que los dirigentes de la AFA, muchos de ellos sindicalistas eternos y colmados de privilegios, otros empresarios, proclamaban que un objetivo del 2017 es concluir el 15 por ciento de las transferencias que le corresponde a cada futbolista cuando su pase se concreta.

La veterana conquista de los inicios de Futbolistas Agremiados parece que será negociada, tal cual entregan hoy algunos jerarcas sindicales sus convenios y estatutos laborales enviándolos al subsuelo de las derrotas.

El argumento es el mismo de siempre. Y tan falso como siempre. Los trabajadores tienen que resignarse a perder conquistas para que así los empresarios puedan invertir.

Lo ejecutaron durante el menemismo y durante el gobierno de la Alianza que encabezaba la UCR y así nos fue. Todo voló por los aires.

La mayoría del periodismo deportivo argentino, concentrado en minucias, desatendió durante años el descalabro de la dirigencia de AFA. Primero por sostener a Grondona y los suyos. Después, cuando el cadáver de Grondona marchaba al cementerio, advirtieron sorprendidos aquello que siempre había estado en superficie: el estado desastroso de la mayoría de los clubes por el desgobierno y el desmanejo de sus dirigentes.

Más de cuarenta años de champaña y gastos sin control culminaron en el desastre de hoy.

Nada llama la atención. Ni el silencio y la censura sobre la enorme cantidad de conflictos y cierres de fábricas que sacuden este enero de 2017 (el boicot a la información de los 380 despidos en Clarín es impactante) ni el desinterés de la prensa deportiva por recorrer uno a uno los planteles para comprobar cuántos salarios se les adeuda a los futbolistas y a otros trabajadores/as de los clubes (para muestra sólo bastaba el desastre en Newell’s con cuatro meses de sueldos impagos y el aguinaldo, recientemente emparchado).

Hasta que suene el escarmiento de la verdad.