Si la prensa deportiva argentina tuviese fervor por la investigación (tema del que ya hemos hablado más de una vez), los escándalos de las coimas y propinas del presidente Temer y de la ultracorrupta empresa Odebrecht, entusiasmarían para dar con la identidad de los libertinos y pervertidos personajes de nuestro fútbol que deberían estar tras las rejas.

Se supo estos días que un periodista brasilero (Paulo Cesar de Andrade, de Sao Paulo) entrevistó al ex presidente del Corinthians, Alberto Dualib, quien le dijo que Mauricio Macri y su amigo y jefe de los espías argentinos Gustavo Arribas cobraron sumas sospechosas cuando Boca transfirió a Carlos Tevez al club brasileño en 2005.

Hoy Arribas es el funcionario sobre quien caen las mayores denuncias de sobornos y pagos oscuros en la Argentina. Protegido por la gran prensa, al parecer empieza su declive si se observa la luz amarilla que le colocó el matutino Clarín en su contaminado semáforo de los domingos.

Allí, bajo el título “Excusas sin sentido”, Clarín le objeta no concurrir a la convocatoria de la Comisión Bicameral de Fiscalización de Organismo, donde se le pedirían explicaciones sobre transferencias bancarias ilícitas desde Brasil.

El semáforo clarinista, que generalmente dedica el 99, 99 por ciento de sus luces rojas a funcionarios kirchneristas o de izquierda, nada había dicho hasta ayer del acaudalado responsable de la Agencia Federal de Inteligencia.

Mucho menos sus páginas deportivas han destinado periodistas para investigar las cuestiones degradantes que Arribas llevó adelante en sus tiempos de comerciante de pases de jugadores.

Hoy Brasil se ha puesto a repensar el rol del periodismo en las denuncias por corrupción que cruzan al actual presidente y varios de los gobernadores. El influyente diario Estado de Sao Paulo señala las confesiones de los empresarios que apuntan a irregularidades en la construcción de al menos 12 estadios utilizados durante la Copa del Mundo 2014.

Por estas tierras, bien gracias. No nos queda otra que aguardar o a Ezequiel Fernández Moore o a Gustavo Veiga – algo que ambos hicieron este fin de semana - para que nos alumbren sobre las circunstancias de tanto delito y despilfarro que anda suelto por nuestras canchas.

En otras partes del planeta como Alemania o Brasil, jóvenes periodistas se atreven a sacar libros de investigación de la corrupción deportiva. Casualmente, los dos últimos llevan un título parecido: “El lado sucio del fútbol”.

Allá sí, aquí no.

Pero que no se ceben, porque pensamos no darles tregua. Aunque seamos pocos.