La desesperación por encontrar una noticia que valga la pena llevó a nuestro periodismo deportivo a sudar la gota fría en estas vacaciones invernales. Los suplementos deportivos y los noticieros de TV no hacen más que hablar de transferencias intrascendentes y dedicarles toneladas de mal tiempo al fútbol de otros continentes.

Mientras tanto, en la golpeada Argentina, casi minúscula y desamparada, la noticia de una coima pagada desde la Asociación del Fútbol Argentino, no le mueve el pelo a nadie.

Siempre se ha considerado a nuestra querida Latinoamérica como un territorio donde cunden los malos ejemplos y las horribles maneras del comportamiento humano. Para la prensa “seria”, los países serios y los dirigentes serios son los del Norte. España por ejemplo. Europa, para ser más concretos.

Resulta que esta semana nos hemos enterado de un par de presidiarios que hasta no hace mucho eran dos señores del fútbol.

Papá Angel Villar y el jovenzuelo Gorka Villar, su hijo, acusados de corrupción escandalosa (cien millones de euros es mucho, ¿no?) por una serie de negociados que se dice cometieron al aprovecharse de la selección española.

El señor de la casa (Angel Villar), presidente de la Federación Española de Fútbol y alguna vez candidato a los sillones de la UEFA. Su hijo, el abogado a quien, los dirigentes del fútbol sudamericano, ubicaron en la Conmebol.

Resulta que la justicia española sospecha que para los amistosos de España y Argentina del 2009 (14 de noviembre en España) y 7 de septiembre de 2010 en el Monumental (Argentina 4-España1) se pagaron 320.000 euros de beneficencia pura a la empresa de Villar Jr. Parece que Julio Grondona quedó tan impactado por los buenos modales de la familia Villar que ordenó (aclaremos que con el consentimiento de todos los dirigentes que le aprobaban la Memoria y balance todos los años) se le girase a su empresa Sports Adviser 120.000 euros en 2011 y 100.00 en 2012.

¿Sabremos algún día cómo funcionó este obsequio del fútbol argentino?

Veamos: si nuestros periodistas siguen en la línea tonta de la superficialidad de estas vacaciones (el domingo Clarín le dedicó 3 páginas a los dos goles de Sebastián Driussi en el Zenit de Rusia) difícilmente sabremos algo más del negoción Villar.

Si algún día abandonan su letargo y le dan a las cosas importantes su lugar de relevancia, los abundantes seguidores del periodismo deportivo podrán saber mucho más de cómo y por qué nuestro dirigentes arruinan al fútbol, permiten la evasión de dinero y se jactan encima de ser “transparentes”.

Ya sabemos que Grondona era el demonio. Ahora resta conocerse quiénes fueron los otros que le permitieron durante años que la coima y el descalabro conviviesen tanto tiempo.

Para eso hacen falta periodistas. Periodistas que, por ejemplo, unan una cosa con la otra. Y averiguen por qué días atrás la Comisión de Transparencia de la Conmebol, compuesta por siete miembros, desaprobó el examen de idoneidad para que Daniel Angelici, el abogado militante presidente de Boca, represente al fútbol argentino en el contexto internacional.

¿Todo podrido?

No, no vaya a creer…recontrapodrido.