Al fragor del Caso Centurión aparecieron las más diversas especies que pueblan el zoo del periodismo deportivo argentino. En realidad subespecies del gran zoo que habita en los medios.

¿Es Centurión un modelo de ser humano? De ninguna manera será modelo de nada quien cometió un acto de violencia contra una mujer, su novia Melisa Tozzi. Centurión deberá pagar en la Justicia por ese hecho. Tal vez luego se pueda hablar. Y su representante debería pagar un poco de lo mucho que gana en ver cómo alguien se ocupa de combatir el sexismo, la violencia, la homofobia, el machismo en Centurión, y en el mundo del fútbol.

Pero esta vez la impiedad se descargó contra quien era jugador de Boca hasta hace una semana, al conocerse la noticia de un altercado en un boliche. Todas las frases, todos los epitafios, todos los adjetivos

Desde los más marginales lugares se podía escuchar el grito que detestaba al wachiturro desahuciado.

A las llagas del Centurión caído en el piso, los periodistas tenían que echarle más vinagre.

“Pelotudo”, le gritó a Centurión desde la radio Millenium el martes por la noche un tal Maxi Palma, conductor del programa Millenium Sports. Sólo un ejemplo.

La denuncia de la joven Tozzi contra Centurión no había generado en los medios la profunda oposición a su continuidad en el club como sí ocurrió con esta “novedad revoltosa” de fin de semana durante un baile. Tampoco le interesó al presidente de Boca Angelici ni a Barros Schelotto en aquel momento. La prensa pidió sangre y tuvo sangre. ¿Derecho de defensa? No señor, su ruta…

Y no es asunto de más crueldades o menos crueldades. Se trata de observar cómo estos señores toman la espada para expulsar del paraíso cuando les conviene. Para ellos la cultura es portarse muy bien fuera de las canchas y si no, al exterior. Echarte, antes que educarte.

La moral de los periodistas exige tarjeta roja cuando las luces del estudio de Tv se han encendido o la luz roja de la radio anuncia que estás en el aire. Luego, cuando todo se apaga, bailan la conga en hoteles cinco estrellas entre dirigentes corruptos y más violentos y machistas que Centurión.

Son tiempos de infinita cháchara y mucha lentejuela falsa. De golpe, los periodistas son los buenos de la película: impolutos, blancos, transparentes, éticos, impecables y cultos. Luchadores anticorrupción y más humildes que Mugica en su chacra. Y muy bien peinados, y maquillados, algunos andan en sus Harley Davidson y otros como Ricardo Canaletti concurren a los programas deportivos como No todo pasa, para decir livianamente que la estrella brasileña Garrincha “era un débil mental”.

Pelotudo Centurión, débil mental Garrincha.

Qué fácil es…ser periodista.