Los dolorosos tiempos del fútbol argentino tienen un por qué. Todo el mundo lo sabe, pero a nadie le gusta profundizar. Siempre nos creímos los mejores, defecto compartido con unos cuantos países que pensaban lo mismo. La simple cuenta de tener cada vez más futbolistas desparramados por el mundo, entrenadores que dirigían selecciones del Norte y del Sur, del Oeste y del Este, haber visto dirigentes argentos en los principales sillones del poder y ciertas Copas que nos emborracharon, ilusionan a cualquiera.

Y nosotros, aprendámoslo, somos cualquiera. Como también somos cualquier cosa.

Tenemos jugadores buenos y, salvo la excepción de Messi, en eso también se parece nuestro seleccionado a más de cincuenta selecciones del Mundo que tienen la misma clase de jugadores buenos. Por si no lo sabíamos.

Debimos asumir, desde mucho tiempo atrás, que los pobres del continente se esmeraron, mejoraron e igualaron a los argentinos. Y bien por ellos, ya era hora de que ocurriera. La paridad en los torneos y en las copas, la ausencia de equipos sensacionales ubicó a la Argentina en otros escalones.

Menotti ha dicho en un reportaje que cuando él era DT de la Selección se goleaba a Venezuela 7 a 0 allá y 11 a 0 acá. Cuarenta años pasaron desde entonces.
Es lo mismo que si yo reclamase a mi Chacarita querido que salga campeón…porque en el 69 se logró una corona.

La posibilidad de contar con un equipo aceitado y que juegue de memoria son escasas. Especialmente cuando no hay conducción. Y no hablamos de entrenadores, porque todos saben que a este cronista le da lo mismo que dirija quien dirija ya que los DT inflados han sido el invento más cercano al neón de los últimos tiempos. Hablamos de una AFA organizada, humilde y honesta.

El reclamo de una organización seria en nuestro fútbol no ha sido eficiente. Carecemos de un periodismo deportivo criterioso, con ideas, con formación política y mucha lectura para saber de qué se trata “armar proyectos a largo plazo”. ¿Cómo podemos entonces pedirle peras al Olmo de la calle Viamonte y a todo lo que desde allí se genera?

Fíjese usted. Buena parte de los periodistas deportivos cuyos medios potencian el rating y no el cerebro, desde el martes pasado han salido como hienas a mostrar que ellos son justicieros y que tienen cojones para pedir cabezas, mientras anuncian la guerra a los que, ahora, llaman pechos fríos de la Selección.

Estas son las consecuencias del periodismo araujiano, aquel que gestado durante el menemismo, por frívolo, por estúpido, por chupamedia y por mendaz, construyó una serie de mamíferos que creen que crítica es igual a ira.

Un día serán capaces de tirar piedras desde las cabinas de transmisión o del sofisticado living de la TV donde es fácil, muy fácil, creer que periodismo y desagüe es lo mismo.

Calma, a dos fechas de Rusia 2018 la Selección Argentina es esto que tenemos.

Tan mal no están. Ocurre que son como los demás. Y si los demás pueden, la Argentina también. Aunque tenga el dolor de ya no ser.