La renuncia del Rifle Varela a Canal 13 y TN fue de las buenas noticias de la semana. Considerado uno de los peores periodistas deportivos del país, sólo la fama que brota de un medio hegemónico instaló a Juan Carlos Varela en las escalinatas de aquel Martín Fierro recibido en 2015 a Mejor Labor periodística deportiva.

Las exageradas dimensiones de la noticia de su renuncia, publicadas en los portales o alguna columna de chismes del ambiente, no hacen otra cosa que remarcar la imposibilidad de darle dimensión a las cosas que sufrimos. Es evidente que nos equivocamos si creemos que dimensionar la salida de un periodista por razones de “cambio de aire” significa algo para el público del deporte.

O para los deportistas.

Y mucho menos para el periodismo deportivo.

Nadie recordará de él una nota de investigación en el deporte, alguna destacada reflexión sobre aquello que sucede en el fútbol o el impacto de alguna explicación que nos alertase de quiénes son los responsables de las cosas malas del mundo deportivo. Mucho menos una entrevista inigualable y qué decir de algún libro trascendente.

Sí en cambio, se recuerdan peleas de conventillo en los estudios del canal, desaforados festejos en las fiestas que premian periodistas cual si fuesen estrellas de Hollywood o enojos variopintos frente a las pantallas para pegarles duro a los jugadores de la Selección Nacional acusándolos de no aceptar las críticas de la prensa.

La televisión argentina, en general, necesita una transformación de tal magnitud que ya nadie le cree a nadie, porque la profundidad se ha despedido del aire. Ni que decir acerca de las frases bien construidas, la lectura, los conocimientos generales, o el simple acto de no lanzar al aire una brutalidad de palabras repetidas para no decir nada.

Hoy no tenemos periodistas deportivos en la TV que nos arrimen noticias distintas. Todo es más de lo mismo y, como el susodicho, ponen el micrófono debajo de las narices para que el hincha o el futbolista digan las obviedades más obvias.

Ir a un Mundial no puede ser el mérito mayor de un periodista que se dedica al deporte. Mucho menos cubrir una pelea de boxeo. Los viajes, las coberturas y los pasaportes llenos no dan derecho más que al imbécil pavoneo frente a los amigos, los familiares o las entregas de premio. Quejarse por no ir al Mundial de Rusia es de cuarta.

Todo esto forma parte de las diversas cabalgatas deportivas que muestra TN o el 13 en sus informativos. La triste cobertura de la semana pasada en TN, durante el sorteo del Mundial de Rusia con intervenciones inhóspitas del Coco Basile y el aporte insufrible de Ricardo Canaletti obligaron a huir de los televisores para refugiarnos en el silencio. Usted puede opinar lo mismo o creer que estamos ebrios, después de meterse aquí:  https://www.youtube.com/watch?v=cj6zy59f4gQ

Suerte a usted y suerte al Rifle.