Dice el artículo 14 bis de la Constitución Nacional: “El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador:…igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección…”

Desde Hipercritico.com lanzamos, tiempo atrás, una serie de columnas en las que denunciábamos las enormes brechas salariales y del valor de los premios entre los deportistas hombres y las deportistas mujeres. Un hecho que se suma a las desigualdades con los premios a atletas discapacitados, o las que nacen del sistema patriarcal deportivo.

Las recientes marchas y reclamos del movimiento feminista y de millones de mujeres en el mundo intensificó la visibilidad de la lucha contra el machismo. Una pelea que no sólo enfrenta a los machistas en todos los terrenos sino que combate contra un sistema social que fomenta y nutre jerarquías y prejuicios patriarcales, mientras explota a mujeres y hombres para acumular ganancias.

El deporte es uno de esos terrenos. Allí también las mujeres deportistas sufren la violencia, el maltrato, la discriminación y la desigualdad.

El 8 de marzo pasado, el presidente Macri (años atrás presidente de Boca y miembro del Comité Ejecutivo de AFA) con mucho de oportunismo prometió un proyecto de ley que buscará la igualdad salarial en el ámbito laboral, con hipotéticas reformas a la ley de Contrato de Trabajo. Igualdad que nunca persiguió cuando ocupó los dos cargos señalados.

Decimos oportunismo porque ya en la Constitución (párrafo inicial de esta columna), también en el artículo 81 de la Ley de Contrato de Trabajo y en el Convenio 100 de la Organización Internacional del Trabajo, tenemos establecido el principio de “igual remuneración por igual tarea” sin discriminación de género.

En consecuencia, las leyes están. Hay que cumplirlas.

Fue por ello que bregamos en años y artículos anteriores.

Y aquí el periodismo debe ser imputado. Sabemos de la enorme responsabilidad que los periodistas deportivos tuvimos y tenemos en la consolidación de la hegemonía del discurso machista. Primero con el silencio, al callar durante décadas las desigualdades. Luego, con las más violentas coberturas de eventos, especialmente en los Mundiales y Juegos Olímpicos, cuando el machismo se observa en los comentarios sobre el físico de las deportistas, su estado civil, la referencia a “esposas de”, el enfoque de las cámaras en escotes o personajes de tribuna a fin de resaltar vestimentas. Ni que hablar de la exaltación de femicidas como Carlos Monzón, cuyo monumento en Santa Fe debimos y debemos criticar hasta el derrumbe.

La hipocresía macrista de la defensa de la igualdad no se la cree nadie en el deporte. ¿Es que la Selección Nacional femenina de fútbol empezará a cobrar los mismos salarios y premios que la Selección Nacional masculina? ¿Es que las jugadoras boquenses que lideran la tabla de la A femenina cobrarán lo mismo que las estrellas del puntero de la Superliga?

Cuando tengamos hechos y no tanta sanata, volvemos a hablar.