Alguien debe hacer algo para que estos homicidios legalizados se detengan en la Argentina. Si no podemos esperar nada desde la secretaría de Deportes de la Nación ni de la Ciudad de Buenos Aires,  pues quiénes otros si no para poner el grito en el cielo que los periodistas deportivos.

“Todo listo para UFC Argentina. Finalmente el sueño de todos los argentinos fanáticos de las artes marciales mixtas se hará realidad. En su evento 228 de este sábado, UFC se encargó de confirmar públicamente que el 17 de noviembre  realizará su primer espectáculo en la Argentina. Lo que era un secreto a voces y que Olé ya había dado a conocer meses atrás, se terminó de anunciar gracias a que ya está definida la pelea estelar”. Así anunció el domingo pasado el diario Olé la tragedia que se avecina, Magny vs. Ponzinibbio.

Otro avance de este horror que mancha al deporte y al periodismo. En el siglo donde pretendemos que se instale el concepto de deporte como derecho humano, el gran negocio de estas multinacionales de la muerte y el dinero patea lo poco de dignidad que nos queda y se posiciona con su grito de muerte sobre las pantallas, captando, con viajes y otras delicias a los cronistas de las páginas deportivas para que promocionen estos eventos.

Claro, se aprovechan del peso de esas imágenes tan impactantes como macabras de dos seres humanos encerrados en una jaula que disfrutan de la triste algarabía que enloquece a una turba desencajada que pide sangre.

Nunca será deporte esta porquería. Ya bastante tenemos con el boxeo, del cual nos ocuparemos en breve. Pero que la humanidad permita que las artes marciales mixtas y otras bestialidades se legalicen, indican lo mal que vamos. Y que el periodismo deportivo en la Argentina no sostenga una mínima campaña para alejar estas masacres, duele hasta las tripas.

Desde el nacimiento de esta perversidad, hemos interpelado estos asuntos que culminan además con jóvenes anónimos en hospitales y, con otros, camino a los daños cerebrales para siempre.

Quienes vieron  hace dos semanas el video de una pelea en Brasil entre  Melquizael "Melk Kaut" ( 21años) y Rafael "Coxinha" Barbosa, 20, saben de qué estamos hablando. Y si no lo vieron, lean estas declaraciones de los protagonistas: 

“Mi rival detuvo la pelea. De lo contrario, yo estaría muerto”, dijo Melk

En el tercer round, Barbosa hizo una llave de cuello a su rival. El tiempo transcurría con ambos en el piso y Melquizael no se movía. ¿El árbitro? Al lado,  como una estatua de sal. Era tan grave el hecho que el propio Barbosa decidió detener la pelea.

“¡Te lo dije!”, le gritó Coxinha al juez mientras Melquiazel yacía inconsciente en el suelo.

Estaba con convulsiones. Mi esquina y su esquina gritaron que estaba ‘Out’, pero el árbitro dijo que solo pararía la pelea si yo me rendía. ¡Y yo lo estaba! Todos los árbitros tocan al luchador para ver si están afuera, pero él nunca me tocó. Mi oponente detuvo la pelea. De lo contrario, estaría muerto” (Melquizael)

Cuando le preguntaron al árbitro sobre su desidia, sólo explicó: “estaba en la anaconda y no noté que estaba inconsciente. Tenía los ojos abiertos, no presentaba síntomas de pérdida de conciencia”.

Llamó la atención un artículo de Clarín el pasado viernes. Media página dedicada a un tal José Alday, 20 años. Bajo el título “la revancha que busca el mexicano deportado”, se promociona un combate de Artes Marciales Mixtas del viernes 14 en Phoenix, Estados Unidos, ante su compatriota Levy Saúl Marroquín.

¿Media página para estos dos? ¿no es raro?

¿A algún argentino/a le interesa?

El silencio y la indiferencia ante las vergüenzas humanas, siempre han causado mal.

Por favor, no alimentemos esta plaga.