Los superclásicos en general dejan siempre el mismo sabor periodístico: que los periodistas deportivos – y los otros también- se ponen cada vez más insoportables.
Mal de los lunes podríamos llamarlo. El día después o el día maldito. Que se pone denso sobre todo como ayer, cuando el Boca 0-River 2 ya es pasado y se encolumnan los solucionadores de problemas, sobre todo en el equipo perdedor.
Antes los periodistas no se enojaban con los equipos. Hoy gritan, insultan piden cambios, piden cabezas de técnicos, recomiendan contratar jugadores, echar a otros y, por sobre todas las cosas arman los escenarios de show que más le convienen.
Como era de esperarse, la función de Pagani en TyC como parte del bullicioso y falto de sustancia Estudio Fútbol, era tan previsible como será su final periodístico: convertido ya en el hazmerreír de todas las generaciones que lo conocieron y conocen. Su análisis de lo ocurrido, diciendo que Nandez no puede ponerse la camiseta de Boca, lo coronó con frases que califican su intelecto: “la concha puta de la lora” por ejemplo, dichas ayer en medio del barullo cuando la mesa pretendía analizar el Boca-River y sólo logró poner el sello de ese programa, el peor de la TV.
Luego, el revoleo de cien periodistas alrededor del nombre de Gallardo como el gran ganador del superclásico, a través de machacar cuestiones que redundan en argumentos como “rachas favorables”, “ganar partidos decisivos” y “ plantear mejor los partidos que parecen una final”. Esto es parte de nuestro querido folklore de encontrar DT maravillosos e invencibles…hasta que pierden unos partidos, y adiós. Pasó desde Menotti y Bilardo hasta el último de los catastróficos enamoramientos de la prensa a los técnicos existosos, el de Sampaoli.
Fantino pide ¿por qué no copiamos a Gallardo?, Gustavo López otorgándole “el cielo” al Dt de River, y remarcando lo que ya todos remarcan hasta saturar el medidor de remarcaciones, es decir, señalar su carácter de ganador.
¿Es que no hay otra cosa para contar?
Por suerte aún quedan comentaristas que al menos te llevan a cierta profundidad de lo que pasó en la cancha con los jugadores, aunque haya que buscarlos en las redes sociales como Andrés Burgo, que al menos te da señas de aquello que otros no ven, por hallarse distraídos en mirar mucho a los entrenadores: “El clásico sintetizó algunas características que se vieron este año. Boca más un equipo de mercado: se le rompe uno y sale a buscar otro, la individualidad como salvación, delanteros pateando de 50 metros. River en versión más cooperativa, con delanteros defendiendo como hienas”
En medio de este lío, dos aportes adicionales: ¡qué horrible la Telam trucha! que intenta poner en la web el gobierno y el presidente de Telam Pousá (después de 357 despidos), con una página que te cuenta el superclásico de la peor manera posible, con una crónica en lenguaje siglo XIX, sin firma, y una portada que el lunes 24 de setiembre a las 20 aún decía “esta tarde (sic) River le ganó a Boca”. O el título anónimo de Clarín Deportivo que analiza el arbitraje de Vigliano en la Bombonera: “Vigliano tuvo otro Boca-River negro…” sumándole racismo al racista lenguaje del fútbol. Un racismo que gran parte del periodismo aún no se lo sacó de encima
¿Quieren aprender sobre cómo corregir esto último? Vean este tramo de la película Malcolm X y luego hablemos: