Si en estos días usted ha consumido minutos de su vida con las más variadas informaciones deportivas, se habrá enterado de la visita demoledora de los All Blacks, las cantinelas habituales de quienes ante dos derrotas de un equipo (Boca) insinúan que deben irse los Mellizos, o en el seguimiento desesperado del equipo del exterior que más centímetros consume en la Argentina (si pensaba que era Barcelona, se equivocó, se trata del Dorados mexicano).

En cambio ni una noticia, o apenas algunas cuestiones marginales del evento deportivo más importante del año en estas tierras, asomó por las noticias de los últimos días. En cuatro días  arrancan los Juegos Olímpicos de la Juventud.

He allí otra confirmación de lo poco deportivos que son los periodistas deportivos por estos lares. Malformados por la obsesión de la pelotita, la AFA y la FIFA, la vida cotidiana de los cronistas y editores, ya se sabe, arrastra la manía de la cobertura poco original de nuestros queridos torneos de fútbol profesional. Pero del ancho mundo del deporte, una gota.

Recién el sábado o domingo próximo harán algo y tan sólo por un par de semanas. Mientras tanto, dándoles la espalda, más de medio millón de argentinas/os retiraron sus pases (entrada gratuita como debe ser) para formar parte de ese público que se apasiona por una carrera de 100 metros o un torneo de ping pong de alto nivel.

Ya es sabido que alguien debería advertirles a nuestros periodistas que el deporte incluye mucho más que todos esos globos inflados que proclaman goles y camisetas multicolores llenas de leyendas multinacionales. El llamado fútbol de elite, o de las Superligas, es muy bonito y atractivo, pero como se ha dicho desde aquí y muchas veces, apelando a todas las metáforas, el cine es mucho más que las superproducciones de Hollywood.

Lleva trabajo, pero no vamos a cansarnos. En hora buena existen en la Argentina periodistas que se dedican a dar pelea por sacar del subsuelo de los silencios a los deportistas que se rompen el lomo día a día por lograr que el mutismo de quienes deben ocuparse de ellos/ellas se transforme en un leve “mirá lo que están haciendo”.

Las y los jóvenes argentinos que competirán en unas horas más, son tan desconocidas/os para nuestro periodismo, como para los periodistas políticos lo son miles de políticos o militantes políticos que dejan la vida para el bien del otro en los espacios de abajo – allá en el barro- donde nadie te atiende, ni te lleva el apunte, ni te manda una cámara.

Por suerte algunos redactores de Tiempo Argentino (la cooperativa) o de Tyc Sports (el pulpo) o de Clarín, el otro pulpo, hacen lo que pueden en estos días previos a los Juegos , para mostrarnos o los nuevos deportes que tendremos la suerte de apreciar ( escalada deportiva, basquetbol 3 x 3) o a los muchachos y muchachas que al alba ya están en pleno entrenamiento en busca de la gloria, o simplemente de un placer del que poco conocemos: competir.

La ceremonia del sábado será apenas el show de apertura, quizás consumido por el necesario ego político de quienes desde los gobiernos se preocupan más por el impacto de TV que por la democracia deportiva. Allá ellos con su fanfarria que montarán en plena e incómoda 9 de julio. A nosotros nos apasiona ver a los/as deportistas . Y hacia allí iremos, aunque a la gran prensa no le interese tanto.