La frase, acuñada en la mañana del 25 de noviembre por el Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, no es más que otra muestra de…la estupidez humana.

Carente de ideas y de gestión, Rodríguez Larreta cree que todo lo sucedido el sábado en las cercanías del Monumental, en otro día de su malgobierno, hay que achacárselo a la siempre a mano “estupidez humana”.

Anotemos la frase, así no olvidamos: "Hay algo con lo que es muy difícil luchar, que es la estupidez humana. Cuando vemos esas imágenes de una madre poniéndole unas bengalas a una chiquita que tendría cinco o seis años, o cuando vemos a energúmenos que solo fueron a tirar piedras, muestran que la estupidez humana que está muy presente alrededor del fútbol muchas veces no tienen límites".

Mientras nadie sabe si el River-Boca de la final se jugará, si el campeón ganará a lo Angelici ( con protesta y recursos estatutarios) o si el campeón saldrá del juego y la cancha, hay tiempo para entretenernos adivinando cuál es la estupidez humana a la que se refirió Larreta y que ningún periodista pudo conocer porque a la conferencia de prensa del jefe de Gobierno le metieron un tijeretazo. El intento por desviar la atención del máximo responsable de la ineficiencia en Nuñez (bueno hubiese sido que asumiese la estupidez de sus horribles jefes policiales), sumada a la cómplice bondad periodística por abordar el fondo de los problemas, nos pone donde estamos.

¿A qué estupidez humana se refería Larreta?

¿La estupidez humana del Jefe del Operativo, incapaz de prever que en la Argentina el hecho violento que más se repite en las adyacencias de los estadios es la agresión a los micros del equipo visitante?

¿La estupidez humana de los medios de prensa y periodistas deportivos que crearon el clima de guerra desde hace un mes (por no decir quinientos meses) para hacerle creer a la gente que el superclásico era una cuestión de vida o muerte?

¿La estupidez humana de una ministra de Seguridad y un presidente que creen que esto de las muertes en el fútbol es para andar canchereando todos los días en sus entrevistas y conferencias en la misma semana en que asesinan al luchador barrial Rodolfo Orellana?

¿La estupidez humana  de Tevez, el provocador. El hombre que hace la gallinita desde el micro de Boca (fue testigo el periodista de la Nación Carlos Reymundo Roberts)?

¿La estupidez humana del senador Pichetto quien el domingo aporta su cuota de serenidad al asunto: "la Policía francesa, frente a un evento como este, pega en serio"?

Se vienen horas espeluznantes para la confusión general. A prepararse para el desfile de periodistas gritones, paneles de discusión donde los filósofos de la violencia (la mayoría de ellos con título de periodista) irán de un lado a otro sin conocer los reglamentos, los estatutos, las leyes…pero, lo que es peor, sin conocer el maldito “fenómeno de las barras bravas” en la Argentina.

Uno de los temas preferidos en estas horas será la interpretación del artículo 18 del Reglamento de la Conmebol y el término “inmediaciones del estadio”. ¿Será aquella curva de Libertador y Monroe una esquina ubicada en las inmediaciones?

Los presidentes más incompetentes del fútbol argentino, ya empezaron su hábil esgrima lavadora de manos. Angelici, con su maltrato al idioma cada vez que habla, ufanándose de ser un poco más que el general combatiente de los hinchas de Boca que piden sangre en los escritorios de la Conmebol. D’Onofrio, apelando al calificativo de traidor para quien firmó un papel (en sociedad con él), en la tarde del sábado, que decía que se había arrojado “una piedra”.

Ojalá fuese cuestión de estupideces. Esto es más profundo, en un país al que un grupo de sátrapas, lo hunde y lo hunde.