De las pocas cosas buenas de 2018 en el deporte argentino vamos a tomar una: el despliegue movilizador de algunas mujeres del club CUBA (Club Universitario de Buenos Aires) que lograron, al menos, una leve modificación en el estatuto social de una de las instituciones más retrogradas de la Argentina.

La conservadora y  escalofriante dirigencia de CUBA y muchos de sus socios varones impidieron hasta 2018 que las mujeres fuesen socias activas. A fines del año pasado, aceptaron, por el voto de la mayoría de asociados, colocar en su norma estatutaria el siguiente párrafo que, aunque usted no lo crea, fue redactado en el  siglo XXI, tal vez por un mínimo de verguenza: “En este estatuto cuando se emplea el género masculino para referirse a las personas humanas, se lo debe entender comprensivo del género femenino sin distinción alguna entre sí”.

Aún no hay igualdad plena en CUBA ( el conductor radial y socio de CUBA Rolando Hanglin, es uno de los fervientes opositores al respeto de los derechos igualitarios). La sede central de la calle Viamonte, por ejemplo, mantiene una serie de obstáculos intencionales que impiden la concurrencia plena de las mujeres a ese edificio. Allí, los ultramachistas, sostienen como excusa que “no hay espacio arquitectónico para construir un baño para mujeres” y así cercenan las actividades sólo para hombres.

Usted revisa la Comisión Directiva de CUBA y encuentra el tufo a discriminación e injusticia que proviene de los nombres de machos que ocupan las posiciones de privilegio dominante. Lo hacen a la sombra de una prensa deportiva que calla la boca.

Pese a ello, este avance, que se parece a un primer peldaño cuesta arriba, nada menos que en uno de los años de mayor movilización feminista en nuestro país, merece aquí las líneas que la mayoría de los medios le negó.

Líneas que se reservan a las activas primeras socias que se anotarán en los próximos meses y que seguramente producirán el primer sacudón en siguientes elecciones integrando comisiones directivas.

Está claro que, en general, los clubes argentinos son otra expresión del patriarcado. El deporte es uno más de los centenares de rubros de nuestra sociedad donde la discriminación se expresa desde los salarios hasta la cobertura periodística. Ni hablemos del periodismo deportivo femenino, al que se le abre las puertas con una lentitud fría y calculadora de la mano de productores y dueños de espacios televisivos que, hombres todos,  se creen conocedores de prácticas deportivas a las que sólo llegan por obra y gracia del guitarreo.

Ojalá 2019 nos traiga abundante ola verde en este sentido.

Y el otro asunto es el de los periodistas mirando aquello que la inmensa mayoría desatiende: los hechos importantes que deberían escandalizarnos. En esta primera semana de enero, cuando los asuntos del deporte transitan la sanata agobiante que la mayoría de periodistas desparrama como los calores de época (¿habrá otra etapa más monótona del año en materia de información y novedades en cualquier disciplina?), la columna de opinión de Mariano Ryan en Clarín Deportivo (“La escuela, ese factor olvidado”) o la buena data que publica Ernesto Rodríguez  (periodista que se dedica, según él, “a los deportes a los que casi nadie le da pelota”) fueron la excepción a la regla.

Ryan remachando sobre el viejo y eterno mal de nuestras desgracias deportivas (“La ausencia del deporte en las instituciones educativas”, comentó en su artículo) y Rodríguez convirtiendo en noticia la devolución del 30 por ciento de los millones capturados por Coca Cola en el abusivo contrato que firmó el Gobierno de la ciudad de Rodríguez Larreta, cuando le regaló el auspicio de los Juegos Olímpicos a los empresarios de la gaseosa, pagando 36 millones de pesos a cambio de agua envasada. Se ve que el tema le dio vergüenza a los firmantes y, al menos, 10.800.000 pesos vuelven al estado.

Denuncia y ojo crítico. Esencialmente en aquellos aspectos centrales que hacen a un crecimiento deportivo que la Argentina necesita, tanto como comida, educación, salud y vivienda. Eso esperamos del periodismo 2019.