Una queja periodística se entrometió el pasado sábado en los pliegues de la prensa deportiva.

Desde la página 3 de Clarín, Gonzalo Abascal, describió la maniobra del departamento de Marketing y Prensa de Boca para desparramar por los medios de comunicación una entrevista a Carlos Tévez, totalmente armada por ese departamento boquense, endulzada y laxa.

El fundamento de Abascal era muy profesional: ¿a dónde vamos a parar si en los reportajes no se invita a los periodistas? O dicho de otra manera, las mejores personas para realizar entrevistas son los/las periodistas. No nos excluyan.

La creencia, por supuesto, es falsa. Miles de periodistas así lo demuestran diariamente en todo el mundo repitiendo las mismas preguntas tontas que ya preguntaban los periodistas tontos de los siglos pasados.

Frente a semejante decadencia, avanzó en los últimos tiempos la prensa de los decorados y las falsedades, la de los chimentos y estupideces. Es la que se construye desde los grandes medios y es la misma que lleva adelante las prácticas de tareas que disgustan a Gonzalo Abascal.

Al mismo tiempo Abascal tiene razón. Al menos en una parte: las operaciones de prensa se multiplican y atacan a las multitudes desde los laboratorios de agitación y manipulación pública, mal llamadas oficinas de prensa. Poco pueden hacer los trabajadores de prensa en redacciones cada vez más contaminadas por la “información oficial” de todo tipo.

Por más que Abascal se queje, lo cierto es que un compañero suyo, el editor de la página 34 de Clarín Deportes del jueves 10 de enero, le dedicó ¡una página completa! a la nota de Tévez, amoldada y amañada que le avergüenza.

Pero también lo hicieron Diario Popular, TySports, Fox Sports y miles de medios más publicando el mensaje oficial de Tévez.

En estas obras de teatro que preparan los “jefes de prensa” de las instituciones, las preguntas se eligen, se acomodan, se censuran.

Nada extraño, al final de cuentas, porque lo mismo se hace en el campo de la política, la economía, el espectáculo.

Por si algún distraído aún no lo sabe, ya casi no existen los protagonistas que no cuenten con expertos en imagen pública que recomiendan y eligen con quién hablar, cómo hablar, qué decir, qué callar. Miles de políticos son entrenados por “periodistas” que cobran buen dinero (y jamás lo admiten públicamente) a fin de evitar el acoso de los periodistas con atrevimiento.

Con los deportistas la ola acomodaticia empezó dos décadas atrás cuando florecieron los agentes de prensa de las empresas que manejan intereses de los profesionales.

No se trata de la muerte del periodismo; ocurre que el periodismo – de la mano de los multimillonarios dueños de los medios- fue asesinado décadas atrás.

El grupo Clarín, desde donde hoy se emite la queja, participa activamente en esta modernosa modalidad del desplazamiento del periodista preguntón. Arrancando por sus dirigentes, protagonistas de la política y la economía del país, a quienes el acceso es imposible si no hay previo visto bueno y filtro del departamento de “Comunicación institucional” de Clarín. Desde allí un equipo de expertos en copar los medios y las redes sociales, dibuja la imagen de sus medios y sus “estrellas del periodismo”. Todo, a la medida que le conviene al grupo.

Abascal y Tévez no tienen la culpa. Para ellos puede correr el viejo refrán de la abuela “sarna con gusto no pica”.

El decaído periodismo que nos acompaña, sólo tiene excepciones que devuelven la esperanza.

La batalla por un periodismo comprometido con la verdad y en beneficio de los sectores populares que pretenden conocer esa verdad para formar su mejor espíritu crítico, se da hoy fuera de las redacciones de los medios. Allí en la construcción de medios alternativos, en la redes sociales y en los espacios donde cualquier ciudadano/a puede difundir información, opinión, desmentidas y denuncias sobre noticias falsas o “armadas” se asienta el gran sueño de tener un acceso a la información lo más cercano al pluralismo y que brinde voz a quienes nunca la tienen.

Es nuestro derecho, así como el de luchar contra el enjambre de operadores que por miles nos atacan diariamente con sus entrevistas programadas y noticias a medida de los grandes intereses.