¿Qué pensarán los futbolistas de los periodistas gritones y violentos como Horacio Pagani? ¿Y de aquellos que en el programa Fútbol al Horno de canal 26 desparraman sus instintos y practican simulados gritos de guerra bajo la conducción de Flavio Azzaro?
Cada periodista deportivo es dueño de conseguir su estilo, quién duda de ello. Sobre todo en la televisión, donde el “qué dirán” es fundamental en la construcción de la imagen que uno busca.
Desde los tiempos de Guillermo Nimo, el ex árbitro convertido en cronista, quien buscaba el reconocimiento en la calle como aquellas bondadosas estatuas bronceadas de una peatonal, mucha pantalla transcurrió en la Argentina.
Por el mundo también. Alguna presentadora de noticias, tiempo atrás, resolvió sacarse prendas mientras daba las últimas novedades del fútbol en el programa y son unos cuantos quienes prefieren el método sensacionalista para intentar que su nombre quede registrado para siempre en alguna perdida memoria popular.
La última escena de Pagani en un programa de TyC Sports donde se discutían los promedios para el descenso y la forma en que se juega la Copa de la Superliga, ya fue viralizada, fue muy comentada y no vale la pena agregar más a un show donde se dijo doscientas veces la palabra boludo, se revoleó la pelota amenazante y el ex redactor de Clarín se retiró del estudio ejercitando el papel del “hombre mayor enojado con hombre menor”. Lo concreto es que el milésimo simulacro de pelea para que el decayente rating alguna vez se eleve, entró en escena.
Quizás corresponda que sea el último comentario que sobre temas similares se haga desde este espacio. Realmente correspondería. Pero al ver que la cuestión va en aumento, que algunos jóvenes parecen inspirarse en semejante mal comedia y que el instinto por la palmadita en la calle (o que te pidan un autógrafo o te lleven a los programas de chimentos) supera a la inteligencia, es conveniente no sólo advertir a futuras/os periodistas deportivos sino también dejar mínimos y ultramínimos registros de los caminos equivocados que se toman. La metáfora del mensaje en la botella aquí es innecesaria.
Los desprestigios periodísticos van cada día en aumento. Ello, paradójicamente, es muy bueno para el mejor periodismo. Por ejemplo, en el programa de Canal 26, quien se destaca por mantener la calma, pensar y dar cátedra de buen manejo del oficio de periodista es siempre Elio Rossi.
Nos queda una primera conclusión: mientras más expuesta quede la mala forma, el hablar por hablar, el griterío infernal, también más crecerá la buena mano del joven que, celular en mano, control remoto de la TV en mano, apunte para los espacios (pocos) reflexivos, analíticos, calientes pero entendibles, respetuosos pero nunca amanuenses, de quienes entienden que el periodismo es una de las vías para intentar transformar la sociedad en algo mejor de lo que tenemos, buscar justicia, y también…tratar de que los pueblos practiquen deporte en paz y armonía, pasándola bien.
Ocurre que esta vez se nos ocurrió una pregunta: ¿Qué pensaran los futbolistas de nosotros? Y luego vino otra pregunta ¿Será por eso que cada vez menos futbolistas hablan en serio con los periodistas? ¿Será por ello que cada vez hay menos entrevistas?