¿Puede la prensa deportiva influir para lograr mejores hinchas?

A partir del último bochorno público, cuando gran parte de los hinchas de Vélez, formaron un coro para recibir a Mauro Zárate al grito de “el que no salta es un traidor”, las reflexiones sobre quién tiene la culpa (Zárate o los hinchas) no han sido brillantes en nuestro periodismo.

La exaltación del hincha como persona buena, inocente, “el que paga su plata”, aquel a quien “se le debe todo”, el sufrido, el que siempre tiene razón, ha sido una mala costumbre de los periodistas, en especial los de la prensa radial y televisiva.

En nuestro país, tanto en las populares como en las plateas, el desenfreno es una de las peores expresiones de una cuota parte de la sociedad que se desvive por encontrar al enemigo equivocado.

Desde el siglo pasado, el hincha se convirtió en una masa a la que se analiza desde todos los laboratorios. La sociología, la psicología social, el derecho, la pasión, el sentimiento, el nacionalismo. Todos dedican páginas, ensayos y libros para observar si hay una relación entre lo malo del fútbol y lo malo de nuestro diario vivir en la Argentina.

Hace rato que no tenemos el vicio de creer que nos enorgullece contar con el mejor público del mundo. Una cosa es el aliento, los cantitos, la imaginación, cierta creatividad y otra cosa es el desembarco de los puñales verbales y de los otros, cuando se trata de alentar a un equipo y odiar al otro.

A Zárate no sólo no le perdonan elegir otra camiseta, no le perdonan su propia existencia. Es decir, lo odiarán aunque deje de jugar en Boca y pase a otro club y a otro y a otro. Ahora se suman, a la de Vélez, las otras hinchadas para acusarlo y defenestrarlo. Vean sino la de Argentinos Juniors en la última fecha.

¿Y qué parte de esta historia nos toca a los periodistas?

Muchos creen que sólo debemos transmitir los hechos, echarles un poco de sal y/o azúcar según la ocasión, y ponernos a construir un “ ya pasó” lo mas pronto posible.

Nos gustaría alguna vez que el periodismo deportivo discutiese estas cuestiones para llegar a acuerdos comunes en virtud de las campañas púbicas que nos debemos. Una de ellas es la de señalar cada vez que podamos que no debe existir la agresión al deportista desde la masa que se refugia en las multitudes colmadas de banderas. Tema sencillo de llevar adelante y que no es otra cosa que una de nuestras funciones.

Las campañas del odio que se multiplican en los estadios argentinos, tienen que ver con un periodismo pasivo que no hizo en su momento, lo que debió hacer. Ayudar a educar.

El estado ausente de los últimos años, el que desprecia la educación, en especial desde 2015 en adelante, tiene mucho para hacer en estos terrenos. Pero al periodismo le toca lo suyo.

La tibieza del diario Olé, por ejemplo en esta semana, llevó a que el único diario deportivo de la Argentina se preguntara ¿vos de qué lado estás en la grieta Zárate? Algo así como la neutralidad boba que no dice nada.

Y este no es un momento para neutrales.