En algún libro sobre deportes lo habrás leído: “lo importante es competir”.

Quienes se lo atribuyen al Barón francés, el pedagogo Pierre Fredy de Coubertin, quizás tengan razón. Al menos, es al primero que se le ocurrió. El inspirador del olimpismo no anduvo con vueltas; lo proclamó para que nadie se sintiese herido con un último puesto en la maratón de los Juegos, por ejemplo, o con una pronta eliminación en las clasificaciones de la natación.

Pero el tiempo, el capitalismo y el consumismo hicieron lo suyo. Y luego apareció el maldito periodismo de la plata, el negocio y el comercio, que le dieron a la feliz y cándida frase la última palada de la sepultura.

Fue entonces que las tapas de las revistas deportivas, las primeras páginas de los diarios deportivos, los espacios gigantescos de los noticieros deportivos y los millones de párrafos que en las redes sociales ocuparon y ocupa el deporte, pasaron a ceder lugares a los deportes que más dólares movían. Una foto de Messi en la bañera, la última bobada de Icardi o la intrascendente vida de señores que se suben a un Fórmula Uno antideportivo, pasaron a la buena vida de la agenda deportiva que el mundo consume. 

Todo esto viene a cuento de que en las últimas semanas de este 2019 han sucedido algunas  cosas. Las chicas de las Aguilas, el seleccionado argentino de hockey femenino sobre patines perdieron la final del campeonato mundial ante las duras rivales de España (8 a 5). Los varones cayeron ante Portugal. También en la final. Gustavo Fernández, en su tercera final consecutiva en Wimbledon, logró el título al vencer al japonés Kunieda, número uno del mundo por 4-6, 6-3 y 6-2. Claro, Gutiérrez juega sobre una silla de ruedas, y no se llama Federer. A fines de junio, el seleccionado nacional de Softbol se consagró por primera vez campeón del mundo en una final jugada en Praga ante los japoneses.

¿Cómo? ¿Usted no sabía nada? ¿Será porque se informa con medios deportivos de la Argentina?

Escribimos esto y, aunque para nosotros y para muchos otros colegas del medio es una obviedad, sabemos que también hay personas dentro de los medios que dan la pelea para que algunas cuestiones se modifiquen y los siempre ignorados e ignoradas algunas vez tengan su lugar. Esto, como en la vida, es buscar la igualdad y la justicia. Igualdad deportiva y justicia deportiva.

Primero en la agenda. Y también primero, en los sueldos, en los premios, en las transmisiones.

La lucha por la democratización del deporte tiene una lucha previa. La lucha por la democratización de la información y el periodismo. A mayor cantidad de medios, mayor cantidad de difusión. A mayor cantidad de especialización. A mayor cantidad de especialización, mayor cantidad de mujeres y hombres que estudiarán, leerán y se preocuparán por tomar nota de un derecho a la información, a la expresión y a la investigación del que se son dueños. No los periodistas, sino todo el mundo. 

Algo de eso viene ocurriendo desde abajo, pese a las tapas de hoy, que se las lleva Djokovic.

Ya oímos el sonido de unos cuantos que gritan: “qué iluso que sos”. Lo hacemos con la íntima convicción de que un día muy, pero muy, lejano, todas estas palabras que acaban de leer no serán más palabras gastadas y entonces las tapas de esta semana serán para las muchachas del hockey sobre patines o las tantas y tantos olvidados del mes, del año, de la vida.