Claudio Bravo, jugador de la selección chilena, fue uno de los tantos futbolistas que sumó su voz a la bronca popular chilena que exige transformaciones profundas en un país aplastado por el mortal neoliberalismo: “Vendieron a los privados nuestra agua, luz, gas, educación, salud, jubilación, medicamentos, nuestros caminos, bosques, el salar de Atacama, los glaciares, el transporte. ¿Algo más? No queremos un Chile de algunos pocos. Queremos un Chile de todos”, escribió el arquero del Manchester City en Twitter.

Allá y aquí se viven días especiales para el futuro de los pueblos, del deporte y del periodismo. Las lecturas diversas que en estas horas se enarbolan alrededor de los resultados electorales y de lo que sucede en las calles forman parte del guitarreo habitual en los medios. Cuando culmine ese guitarreo, veremos si asoman las voces más pensantes.

Mientras tanto, el deporte, que no es más que una expresión de las tristezas y alegrías de millones, aguarda, como aguardan con esperanza quienes ya están hoy en las fábricas, en el campo o en los diversos laburos, que de una vez por todos las modificaciones transformadoras se lleven adelante democratizando todo: los ingresos, los derechos humanos, el pan de cada día, la vivienda, la salud, la educación, las conquistas laborales, la justicia, el acceso al deporte.

¿Es el periodismo culpable de todo? Se preguntó Jorge Fontevecchia en Perfil durante el fin de semana. Nosotros le contestamos que sí, que habría otro mundo y otra sociedad, y otra vida, y otras políticas deportivas y más paz, si el periodismo estuviese al servicio de las mayorías populares. Pero ello sólo será posible cuando los y las periodistas cambien su rol político, porque en definitiva ser periodista es ser político. 

Nuestro periodismo deportivo ha sido culpable de la violencia y la intolerancia en los estadios por haberla exacerbada, el periodismo deportivo es culpable de nuestro deporte individualista y consumista por haber negado su atención, durante décadas, a la práctica deportiva masiva y alejada de la visión comercial de deporte, nuestro periodismo deportivo es culpable del pésimo nivel intelectual de gran parte de nuestros periodistas por alentar los modelos de periodistas que sólo pretenden llegar a posar frente a una cámara o acercarse a un viaje al exterior.

Como siempre, los sueños de transformaciones revolucionarias están en la cabeza y el corazón de los miles de jóvenes que hoy estudian o practican la comunicación en facultades, medios alternativos o simplemente comprendiendo que el periodismo es una forma de llevar adelante la política. 

La señal que algunos pueblos como el chileno y el argentino han brindado en las últimas horas, con jóvenes a la cabeza, pone en el horizonte un color verde esperanza, muy a tono con las banderas del feminismo luchador e imprescindible que anhelamos para lograr un mundo igualitario.

Claudio Bravo desde su cuenta de Twitter: