La Comisión de sistemas, medios de comunicación y libertad de expresión del Senado no tiene mucha idea de la historia del periodismo y mucho menos ha dado muestras de saber de qué se trata el periodismo.

El pasado 7 de noviembre, día del Periodista Deportivo, decidió homenajear a una serie de personas que antes o ahora ejercieron el periodismo en la rama Deportes. Y de paso, rindieron tributo a una revista, que ya no existe, El Gráfico.

Todo bien con los nombres señalados por la Comisión, menos uno. Aldo Proietto.

Para quienes sólo saben de Proietto por sus actuales apariciones en Fox o en alguna radio, quizás desconozcan su pasado, y eso merece una reflexión alrededor de cómo se hacen las cosas en el Senado.

Proietto fue la voz del contralmirante Carlos Lacoste durante la dictadura y trabajó para un centro de corrupción y manejo autoritario y derroche como lo fue el EAM 78, organismo manejado por el marino que piloteaba la organización y las censuras a la prensa deportiva durante el Mundial de 1978. De no creernos, vaya usted si no a leer los informes del Fiscal de Investigaciones Administrativas, designado por Raúl Alfonsin en 1983.  Ricardo Molinas, aquel fiscal, buscó pruebas y las encontró de todo el derroche que fue aquel Ente donde Proietto y otros abrevaban.

Otra linda historia de Proietto sucedió en los 90, cuando puesto al frente de la revista El Gráfico la convirtió en una cloaca de chismes y de prensa amarilla al crear la sección “Si lo sabe hable” en la que obligaba a decenas de cronistas a que recopilaran la mayor cantidad de historias íntimas, sexuales, de alcoba que escuchaban entre semana en los entrenamientos o pasillos de los clubes.

Es decir, en el Senado de la Nación, al menos alguien se debe ocupar de rastrear el pasado antidemocrático y profesional de los personajes que se van a premiar.

En el camino de los reconocimientos han quedado decenas de miles de periodistas que hicieron mil veces las cosas mejor que Proietto. Pero de eso no queremos hablar porque en general sabemos que toda entrega de premios a periodistas es de las cosas más absurdas y sin sentido de este mundo, tanto como los discriminatorios y machistas “concursos de belleza” que abundan por los cuatro puntos cardinales. Y que si algún día se quiere reconocer a los trabajadores de los medios, lo mejor es brindarles respeto, otorgamiento de libertades y estabilidad laboral.

Algo que la homenajeada revista El Gráfico, o mejor dicho sus dueños, nunca hicieron desatando olas de despidos y persecuciones sindicales en su interior durante décadas. La última etapa 2000-2015 tuvo entre sus ejecutores de telegramas de despído al actual ministro de Cultura del gobierno de Macri, Pablo Avelluto, una especie de gerente comercial de El Gráfico.  Ni que hablar de las tristes y dolorosas páginas de El Gráfico durante los tiempos del horror, con la célebre oscura carta inventada al capitán de la selección holandesa hablando loas de los asesinos.

Es hora de que los homenajes o premios que se entregan desde las legislaturas, parlamentos e instituciones oficiales merezcan la revisión y el análisis de quienes conozcan la historia de nuestra profesión. 

O sea, señoras y señores, como todo en la vida, infórmense antes de abrir la boca.