Las recientes opiniones del entrenador del Santos (Sampaoli) o de Gimnasia y Esgrima La Plata (Maradona) y tantos otros en defensa de la democracia y pronunciándose en contra del sangriento golpe fascista en Bolivia, no hacen otra cosa que confirmar que muchas veces los protagonistas del deporte poseen mayor claridad que los miles de periodistas que hoy se enorgullecen de su tibieza o de su falsa neutralidad.
Se puso de moda, en los últimos años, autodefinirse como “nosotros somos de Corea del centro” para mostrarse – como periodistas - dueños de una supuesta y fantasmal objetividad y neutralidad que jamás existió ni existirá. Así deambulan periodistas deportivos en la vida, revolcándose en ese ni nefasto y cobarde que no es otra cosa que ponerse del lado de los poderosos.
Ya sucedió en el periodismo argentino de los años 70 cuando el noventa y nueve por ciento de las “figuras” de la prensa deportiva, guardó silencio con los crímenes de la dictadura y jamás alzaron la voz por la democracia.
Los buenos ejemplos de los deportistas que se pronuncian en contra de las expresiones de estas oleadas violentas y racistas que intentan apropiarse de América Latina, deberían extenderse y formar parte del lenguaje cotidiano que necesitamos en el deporte y en la prensa deportiva. Como se necesita también que lo hagan en el espectáculo y en la prensa del espectáculo y en decenas más de variables de esta profesión. En cada sección, en cada porción del periodismo es imprescindible que cada cual ocupe sus lugares sin medias tintas.
Callarse acerca de las atrocidades que se viven en Bolivia, o que comete el gobierno de Piñera, bajo el argumento de “nosotros sólo hablamos de deporte” es cometer el mismo crimen periodístico que durante años ayudó a que los bárbaros cometan las mayores violaciones a los derechos Humanos en nuestra historia. Esta forma de hacer periodismo tóxico, tuvo su cuota mundial de vergüenza cuando durante los Mundiales miles de relatores, comentaristas, escribas, creían que lo mejor era mirar para otro lado.
Muy bien han bautizado otros colegas a los militantes periodistas de la llamada “Corea del centro” como los periodistas de la “Corea del pero”.
Así, entre boca cerrada y boca cerrada, se limitan a observar como una serie de jugadores toman partido y se la juegan por el respeto a los derechos humanos y a las decisiones de las mayorías populares. ¿Para cuándo su pronunciamiento? ¿Van a esperar a que algún seleccionado se ausente de una competencia para ver de qué lado de la grieta están?
Así nos ha ido cuando la prensa pierde el respeto a la Constitución, y pierde toda idea de cuál es el rol que cumplimos.
Como tantas veces, son los deportistas los que empiezan primero.
Triste rol el de tanto cronista, comentarista, vestuarista que anda por ahí, como esos que gritan por la tele, preocupados por el don oportunista de Riquelme, o por la banal cotidianeidad de nuestros equipos de fútbol.
En momento de mucha pena para los pueblos, dan pena.