Cuánto se ha perdido en el periodismo argentino en estos años últimos de soberana desgracia. Y ni les cuento en el periodismo deportivo, ése lugar donde parece una utopía la construcción de un modelo distinto para una profesión aún sepultada por los fantasmas de aquellos tiempos terribles de ídolos de barro maloliente.

¿Qué se puede contar de bueno del 2019? ¿A quién o quiénes podemos saludar con esperanza?

El duro año de la prensa, golpeada por despidos, censuras, fallecimientos (nuestro homenaje a uno de los pocos grandes periodistas deportivos que se nos fue: Ernesto Rodríguez III, investigador, seguidor de los deportes olvidados, enorme docente), sólo podrá revertirse si para 2020, desde el estado, se generan políticas e instrumentos capaces de mostrar un periodismo alternativo que escape a la codicia de quienes creen que el mejor periodismo es el que tiene mejor rating o el que hace shows personales en pantalla como el del estilo Vignolo- Pagani.

De los medios privados esperamos poco y nada. Miren por ejemplo Radio Rivadavia y la Oral Deportiva. Anunciaron que traen a Fernando Niembro para conducir la histórica (y manchada) marca. No podían apostar peor. Investigado por 25 millones de pesos que el macrismo le dio por encuestas que nunca se hicieron, Niembro ya era el símbolo del periodismo deportivo resultadista, con una pelota de fútbol en la cabeza y que exaltaba el odio a los entrenadores que perdían, a los equipos de mitad de tabla para abajo, y a todo aquello que no comulgara con el canibalismo bilardista de sus peores tiempo.

Ojalá que en el equipo que anuncian para Niembro, los encargados de mejorar la cultura sean dos periodistas como Sergio Danishewsky y Claudio Federovsky, quienes al menos entienden de periodismo de base y sobre todo del deporte de base.

Quedan por conocerse las realidades de los medios estatales. Allí deberían desplegarse las realidades del otro periodismo, aquel que debe destinar su foco a las fascinantes historias que miles de deportistas (mujeres y hombres) construyen en los escenarios menos conocidos. Un periodismo que no copie la contratapa del último suplemento deportivo de Clarín, destinada a los hermanos Holiday en la NBA (¿noticia importante para la Argentina?)

Urge un periodismo destinado a denunciar los atropellos y negociados de quienes creyeron (y creen) que las privatizaciones y las entregas aportan soluciones a un pueblo que necesitará del deporte, de la educación y de la salud, más que nunca, cuando empiece a salir del hambre. Para anotar un ejemplo: los esforzados cronistas que en estos días reclaman y denuncian que el complejo 9 de los hoteles de Chapadmalal debe volver al manejo estatal para que lo disfruten todas.os y no solamente la Federación del Voleibol Argentino, que recibió la prebenda de la anterior gestión. Un privilegio sin sentido.

Así como algunos periodistas deportivos despiertan de su siesta y hoy se dan cuenta que los clubes no debieron firmar nunca contratos de futbolistas en dólares, miles de estudiantes de periodismo deportivo deben saber que esta oportunidad que se avecina puede ser etapa desperdiciada, o etapa revolucionaria. De ellas y ellos depende: ojalá la década que empieza alumbre un periodismo deportivo feminista, multideportivo, popular y transformador de pies a cabeza. Para que alcemos las copas de todo tipo.