Triste radio, radio Rivadavia. Esta semana la parafernalia publicitaria anunciaba la nueva etapa de la emisora que aún pretende el renacimiento de la 630. Bajo el mote de relanzamiento en realidad se pregonaba el regreso de una serie de personajes que nunca aportaron buenas cosas para la prensa argentina.

Las marcas – como la de Rivadavia- que sucumbieron por la ayuda y complicidad de gran parte de sus conductores con la dictadura, o por el infeliz paso de sus periodistas en la obsecuencia de cuanto dueño del sillón existió en el país, han intentado cada tanto una resurrección con el auxilio de ciertos apellidos que creen ser históricos.

Pero basta escucharlos hoy y sabremos que nada tenemos para conocer, menos para aprender y se trata de la misma capa geológica que desactiva toda esperanza de un nuevo periodismo.

Si al deporte de radio Rivadavia y a la Oral Deportiva pretendían mejorarle la reputación, mal paso han dado dejando la conducción a Fernando Niembro.

Esta semana empezaron con todas las bravuconadas posibles que suelen desplegarse desde un micrófono cuando las estrellas creen que una radio cambiará sólo porque llegan apellidos que la gente conoce.

Invocar a Josè María Muñoz, por ejemplo, un relator que para siempre quedó manchado por su ímpetu de sostener a los dueños del poder (económico, militar y político del fútbol y de la Argentina), no es lo adecuado para un inicio de “nueva programación”.

Niembro, un gran adulador de los señores de la FIFA, de la AFA, de Torneos y Competencias, de las grandes multinacionales que se apoderan de los derechos televisivos del deporte, no podrá jamàs encender nuevas confianzas en la mayoría de oyentes. Rivadavia necesitaba y necesita otra gente para conquistar cabezas.

La velocidad del nuevo periodismo necesita ideas. El conservador elenco contratado para la conducción de los nuevos programas, daña cualquier posibilidad de aprender a realizar otro tipo de entrevistas, descubrir negociados, realizar investigaciones radiales, formular seguimientos de temas, saber por qué se mantiene y agrava la violencia en los estadios argentinos, descubrir personajes del deporte y mil cosas más que sólo las juventudes traerán. Creer, por ejemplo que leer los diarios, o pensar que si González Oro le hizo un reportaje a Alberto Fernández, ya son la radio del momento, es más o menos como vivar a fuerza de Tradición, Familia y Propiedad.

Pusimos nuestra indecente oreja al lado del aparato en buena parte de los programas y las transmisiones. Fue desesperante: los mismos registros, los mismos gritos, las mismas sombras de siempre, de la que sólo se salvan un puñado de mujeres y hombres (jóvenes) que hacen malabares para despegarse de una historia colmada de manchas.

Plagiar el pasado cuando el pasado es triste, no es otra cosa que plagiar mal.