Por suerte quedan periodistas deportivos en la Argentina. Que asoman día a día desde los medios más variados y que gracias a esta democratización de la informaciòn que la Argentina comenzó a gestar desde 2008 (con la interrupción del período 2016-2019) nos permite rescatar ejemplos de aquello que sí se puede hacer, para que el monotema del corona-virus no sea tratado como pretenden algunos/as (livianamente).

Generalmente son mujeres y hombres jóvenes, que andan por distintas páginas del país aportando lo suyo. En AAD (Argentina Amateur Deporte), Micaela Piserchia y Matías Montoya, por ejemplo, investigaron la cruda realidad de la dirigencia deportiva argentina que mantiene su política discriminatoria al negar espacios a las mujeres. 

Lamentablemente, es una realidad que todavía no se refleja de forma transversal en federaciones, clubes ni tampoco en la cantidad de deportistas mujeres. AAD realizó una investigación sobre la inclusión de las mujeres en las federaciones deportivas afiliadas al Comité Olímpico Argentino y, tras acceder a los organigramas, los datos fueron claros: de un total de 942 dirigentes de 55 federaciones*, las mujeres que trabajan y tiene cargo dirigencial en el consejo directivo o en comisiones y subcomisiones son solo 158 (el 17%). Es decir, menos de un cuarto del total”.

Micaela Y Matías señalaron, como muestra, que en el rugby nacional  los 25 miembros de la Unión Argentina son varones (nada para sorpender, mucho para lamentar). Lo mismo sucede en el basquetbol con 16 miembros del Consejo Directivo de la Confederación Argentina, todos hombres. ¿Y en el fútbol? una mujer sola entre 24 varones en AFA. Se trata de tres deportes que tienen prácticas femeninas.

En la agencia Telam ya se pueden ver cuatro informes de los treinta y seis preparados sobre el Mundial 78 (hoy se cumplen 42 años del inicio de aquella Copa que la dictadura y una prensa obturada por el odio puso en marcha). Una demostración del nuevo y serio rumbo periodístico que tomó nuestra agencia de noticias estatal después del  desastre de censuras, persecuciones y despidos que desataron Rodolfo Pousá y Ricardo Carpena durante la gestión de Macri. Los periodistas Marcos Cezer y Julio Boccalatte llevaron adelante el rescate de los jugadores holandeses que en 1978 fueron solidarios con las Madres de Plaza de mayo y se sumaron a denunciar las desapariciones y torturas que la gran prensa callaba.

Ayelén Pujol en Página 12, mostró las consecuencias de tanta desigualdad social y de género que abruma en el deporte y en los barrios carenciados, metiéndose en los casos de Stephanie Rea (foto arriba) y Camila Godoy (foto abajo), las dos futbolistas que viven en la villa 31 de Retiro y que dieron positivo de Covid 19. Allí está la voz silenciada por otros medios de Juliana Román Lozano, la entrenadora, quien además  se pasa la semana organizando donaciones y reparto de alimentos en los barrios: “Estamos muy atentas a denunciar y visibilizar el completo abandono en que el estado ha dejado a la Villa 31.Por eso decimos, Larreta es responsable”.

Son todos nombres de periodistas poco conocidos o desconocidos para el lector o seguidor de la vida deportiva, en general confundido con las luces de la TV y los personajes repetidos que poco y nada le aportan al periodismo deportivo. Con el minúsculo homenaje a Charly García para tomar el título de este artículo, pensamos que en algún lado había que registrar – un poco- el reconocimiento a las miles y los miles de periodistas que no aflojan en la batalla por ocuparse de las mayorías olvidadas, que son las que mueven al mundo, y no ponen el ojo en las minorías enriquecidas. Y desagradecidas.