Los enemigos de Marcelo Bielsa contaminaron aún más los aires argentinos en estos tiempos de coronavirus. Cual si fuesen los trasnochados zombies que circulan por las avenidas reclamando el cese de la cuarentena sin importarle que más gente muera en el país, ahora resulta que un grupo de periodistas deportivos se cuelga del mástil donde flamea una bandera que han colgado con envidia: “Bielsa es puro marketing”.

¿Bielsa marketinero?

En el programa Superfútbol, de TyC Sports, encendió el rencor Horacio Pagani: “Estoy en contra del tachín tachín asombroso, brutal y marketinero que se dio en los últimos dos días. Y como esto va a seguir, yo me pregunto, si Atlanta subiera a Primera, con el técnico Fabián Lisa, ¿le harían lo mismo? ¿Sería el mismo fenómeno? Atlanta hace como 25 años que no juega en Primera. ¿Vamos a hacer lo mismo? Esto es un ascenso. Lo trataron como si hubiese ganado la Copa del Mundo. Bielsa es un gran tipo, decente, muy buen entrenador, obsesivo, y listo. Están tratando de inventar. Es el periodismo de las exageraciones desproporcionadas. Un hombre que ganó un torneo de la B y pareciera que es el campeón del mundo, un torneo de la B de Inglaterra, que no tiene nada que ver con nosotros”.

Despreciando la honestidad y la voluntad democrática de Bielsa (único personaje del fútbol que lleva décadas sin otorgar reportajes exclusivos a un medio, brinda conferencias de prensa para respetar tanto al trabajador de un medio que responde a las multinacionales lujosas, como a la trabajadora de la humilde FM del barrio), los antiBielsa desfilan por los  micrófonos para mermar la popularidad del DT. La lista engordó esta semana: Martín Liberman, Gustavo López, Marcelo Palacios. El puñal es más o menos siempre el mismo: se le achaca la eliminación en primera fase del Mundial Corea-Japón.

Quienes ahora odian a Bielsa, desearán de aquí en más sus desgracias. Toti Pasman, uno de quienes mantiene su tirria en la boca, lo aguarda con este comentario: la Premier lo espera con Pep, Mou, Kloop, Ancelotti y compañía, allí podremos medirlo otra vez en un fútbol competitivo”.

Nosotros no vamos a medirlo por sus resultados, como no medimos a ningún técnico por sus títulos. Ya se sabe nuestro principio: los entrenadores no pesan más que una almohada en el juego y los resultados de un equipo; quienes pesan son los jugadores. 

Dos anécdotas de la vida Bielsa, en modo personal, nos alegran la vida y alientan a seguir queriéndolo como personaje que trata de lavar las abundantes heridas podridas e infectadas de un ambiente del fútbol donde los medios y ciertos periodistas han hecho mucho daño.

Estando en El Gráfico allá por 2000, conocedores de los principios igualitarios de un Bielsa que manejaba los hilos de la Selección, concurrimos de a diez a la conferencia de prensa en el campo de entrenamiento de la AFA. La idea era: vamos a hacerle muchas preguntas a Bielsa como si se tratara de un reportaje exclusivo (maldita palabra del periodismo). Luego en la redacción, unimos cada respuesta, las pegamos, y dejamos todo cual si fuese una entrevista. ¿Riesgos? Que Bielsa se cansara, detectara la trama, y nos mandase al carajo. No lo hizo. Aguantó todo el tiempo que había que aguantar, no se fue del salón hasta que el último periodista considerara satisfecha sus escuálidas preguntas.

Años después, en la revista Un Caño,  cuando Bielsa había renunciado a la Selección y se refugió en el pueblo Villa Libertador San Martín, Entre Ríos, Mariano Hamilton, Alejandro Caravario, Fabián Mauri y un servidor, resolvimos llevar adelante un “asalto periodístico” hasta aquella localidad, con la idea de, al menos, tomar un café con él. Valía la pena un balance de tantos años en un cargo tan electrificado como el de entrenador del equipo de todos.as. Tocamos el timbre, y nada. Volvimos, y apostamos al recurso del papelito por debajo de la puerta. Y nada. Unos días después, el conserje del humilde hotel donde pernoctamos, nos alcanzó un trozo de hoja con unas palabras que un hombre llevó hasta la recepción. “Valoro el respetuoso y discreto proceder que han elegido para contactarse conmigo. Por razones que no me parece conveniente comentar, prefiero no aceptar el encuentro que me proponen. Lamento realmente que hayan tenido que trasladarse hasta aquí. Los saludo antentamente. Marcelo Bielsa”. 

El Bielsa de hoy agiganta su distancia con los medios. Lo bien que hace. El año pasado durante una conferencia de prensa en Brasil, lo dejó más que claro: “En eso se especializan los medios de comunicación: en pervertir a los seres humanos. ¿Y esto donde se verifica? En que lo que te hace importante cuando ganás, es lo mismo que te hace estúpido cuando perdés. Influyen más que la familia y la escuela, que son en verdad los elementos genuinos de formación. Es una vergüenza que los medios eduquen a la gente, porque tienen intereses específicos diferentes a los que tiene la escuela". Brillante. 

La gran mentira histórica de la prensa deportiva fue inventar que un técnico era grande por sus grandes resultados. La verdad, la historia y la estadística aplastaron tal ingenuidad. 

Se gana y se pierde y se empata. Y no hay salvadores milagrosos.

Lo que hay es buena y mala gente. Solidarios e individualistas. Y Bielsa, en el primero de cada rubro, les saca ventaja a unos cuantos.