POR QUÉ LAS CRÍTICA LAS PASÓ POR ALTO
Las dos mejores películas del año

CiccoCicco recomienda. Estaba con ganas de escribir una columna contando lo peor del año, pues siempre uno se inspira más hablando mal que hablando bien de algo, pero temía que el texto fuera demasiado largo. Hay tanta porquería dando vueltas que, por momentos, hacer crítica cultural es el equivalente a andar descalzo por un corral de cerdos: camine por donde camine, siempre habrá mierda alrededor. Es por eso que decidí hablar de las mejores películas del 2008 y fue así como llegué a la conclusión de que había únicamente dos, lo cual nos sintetiza mucho las cosas.

La primera y principal, lo mejor de lo mejor del cine es, sin dudas, “Bolas de fuego”, intitulada originalmente “Balls of fury” que vendría a ser Bolas furiosas. La única película que existe –al menos desde mi experiencia en cine que podría resumirse como corta y atolondrada- sobre ping pong. Antes de dedicarme al periodismo y a obtener una experiencia corta y atolondrada en el cine, yo era jugador amateur de ping pong, con mesa propia en casa y una carrera profesional en la cual me adjudiqué ganarle dos veces seguidas a mi hermano. Pero “Bolas de fuego” es una genialidad difícil de transmitir, como los buenos chistes.

Una ex promesa del ping pong, venido a menos y no sólo a menos, sino a gordo, necesita volver a competir para poner fin a un mafioso oriental malvado y fanático del juego de las bolas, personificado por Christopher Walken con vestuario inspirado en el Drácula de Coppola, no del Guillote, y descubrir así quién estuvo detrás del crimen de su propio padre, alguien que, como deducirá, no es otro que el mafioso oriental malvado personificado por Christopher Walken.

El que hace de gordito protagonista, Dan Fogler tenía un currículum escueto cuyo gran éxito fue ponerle la voz al príncipe, en Rapunzel de Barbie, pero aún así, a juicio de quien escribe, es un groso. Ví esta película con una amiga que odió tanto al gordito, le pareció tan atrozmente insoportable y estúpido que, después de los primeros 20 minutos de película –que es cuando su personaje de Randy Daytona toca fondo-, no pudo seguir viéndola. Se puso de pie, irritada y sentenció: “Es demasiado boludo”. Por si no sabe quién es Fogler, y cómo luce haciendo el papel de Randy Daytona, aquí le apunto una imagen. 

El actor de la película
 
Bien, el pobre Randy debe volver a ponerse en estado, como cuando era joven y prometedor. Para eso, entrena con un maestro oriental de pocas pulgas, llamado James Hong, que, para hacer las cosas más entretenidas tiene un halo borgeano. No porque escriba. Si no porque es ciego.

Yo soy de los que no le exigen nada más a las comedias que me hagan reír. No voy a pasarla por el análisis intelectual, decirle que está en la línea de películas descerebradas de Will Ferrell o “Locos por Mary”, que tiene líneas paródicas de Karate Kid, algún capítulo del Superagente 86, y qué se yo cuántas cosas más: como le dije, mi experiencia en cine es como bonsái, corta y necesita de cuidados permanentes.

Bolas de fuego”, según creo, ni pasó por las salas de cine locales. Recibió pésimas reseñas, entre ellas, una que la consideró “la peor bazofia de la década”. Es por eso, que, en lo personal, me gusta tanto. Son la clase de películas que a uno lo hacen sentirse elegido. Uno entendió. El resto, que se vaya a freír buñuelo. 

Y aquí la segunda mejor del año “Matar o morir”, intitulada “Shoot ‘em up” que vendría a ser algo así como “Cagalos a tiros”, lo cual le da una idea del espíritu de esta gran película dirigida por Michael Davis, un gran cineasta a quien voy a dejar el siguiente paréntesis en blanco (……..) así usted lo llena con su carrera, porque yo no sé nada en absoluto, excepto que esta película es genial, lo cual lo debe convertir en un gran director, y esta, en una de las oraciones más largas que escribí en mi puta vida.

“Cagalos a tiros” es más que una película, es una gran coreografía de tiros. Un tipo que, no se sabe por qué, decide salvar a una embarazada, quien da a luz en el mismo acto y se mete en un quilombo nacional para salvar al bebé. El tipo, personificado por Clive Owen, es un experto tiroteador, un duro de matar de verdad, amante de comer zanahorias. La escalada de violencia, no tiene remedio. Remedios de Escalada. De modo tal que, uno termina viendo una balacera en caída libre en el aire –Owen se despacha a cuatro o cinco tipos mientras cae sin paracaídas- y a usted, que vió cómo achuraba a unos 12 tipos en los primeros 40 segundos de film, mientras se deslizaba por aceite, rompía ventanas y asesinaba a uno con un cabo de zanahoria, le parece lo más normal del mundo.

El señor Smith, es decir el personaje de Owen, tiene suficiente altura para hacer cuatro secuelas más, es más rico que Rambo, que Duro de Matar, que Arma Mortal, pues, al cabo de la película, es muy poco lo que se sabe de él más que, le gustan las zanahorias, no tolera la suciedad, lo vuelven loco las infracciones de tránsito, y es como un superhéroe urbano, mal vestido, y peor alojado, que destila seguridad, profesionalismo e implacabilidad –qué palabra del orto- a la hora de matar. Él dice en joda que es el Unabomber, aquel justiciero urbano que quería volver a la naturaleza.

Así que, si usted quiere seguir viendo quién es Smith, debería ver la dos. Que aún no salió. Aunque seguramente el video trucho de mi pueblo ya la tiene, pues es tan trucho que tiene hasta las películas aún antes de que los directores se pongan a filmarlas.

Al igual que Bolas de fuego, Matar o morir, recibió un tendal de críticas mortíferas: “el guión brilla por su ausencia”, dijo uno que no entendió nada. Decir que no hay guión en Cagalos a tiros, es lo mismo que decir que la Novena sinfonía de Beethoven, como no hay voz, no hay música. A cagar con esta gente.

Así que, amigos, estas dos películas serían, a juicio de este cronista, las mejores del 2008, si no fuera por un simple hecho que acabo de descubrir: las dos salieron en el 2007. En fin. No se puede pretender todo en esta vida.

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