PLACER PLEBEYO/ 
Diario de lecturas 41

MIGUEL, EL VALIENTE/Por: Juan Terranova. Lunes. Aira sorprende a los ingenuos y alimenta a los profesores. (¿Dónde están las estadísticas que no dicen cuánto se escribe y sobre quienes se escribe en las diferentes instituciones académicas que son a la vez reparticiones del estado?)

Martes. Me demoro leyendo sobre una nota en Clarín. El titular: “Tres muertos y cuatro heridos tras un tiroteo en un spa de Milwaukee”. El copete: “Informaron que fue un caso de violencia doméstica, aunque hallaron explosivos en el salón de belleza. Tras una intensa búsqueda, el supuesto autor fue encontrado muerto”.

Miércoles. Una amiga me dice que me parezco a Miguel El Valiente, príncipe de Valaquia. Me adjunta una foto de un busto que hay en el parque Saavedra. También me manda la placa que informa: “Logró la primera unión de las provincias historicas rumanas: Valaquia, Transilvania y Moldavia”. Pero no, desgraciadamente no me parezco mucho.
 
Jueves. Leo una entrevista a un especialista en Basura en Página/12. El discurso del tipo es semi-marxista. Me gustó mucho este párrafo y los diferentes usos del verbo “basurizar”: “La basura funciona como una especie de poder normalizador, es basura aquello que queda excluido del orden, aquello que es lo contrario de lo higiénico, de lo socialmente aceptado. Entonces, a la basura va a parar todo lo que tiene estatus de exclusión, y forma una construcción imaginaria de algo que se supone que es infeccioso, pringoso, que enferma, que ensucia, que contraviene el orden de lo social. Pero todo esto es una construcción, esto no necesariamente se condice con que la basura necesariamente pueda producir estos efectos. Lo que pasa es que todos aprendemos a desenvolvernos con la basura de esta manera, todos internalizamos la idea de basura y desarrollamos una construcción que es el asco. El asco es algo aprendido, nosotros no tenemos naturalmente asco a la basura. El asco es lo que permite que el flujo de la basura siga siendo tal, algo rechazado. En la medida en que hay recuperadores que hacen de la basura su medio de vida, tienen que superar esta frontera, tienen que traspasar la línea del asco, tienen que desnormalizar la idea de basura, porque si no no podrían abrir la bolsa de basura. Bueno, al traspasar esta frontera están transgrediendo una norma socialmente aceptada. Entonces son castigados. Son castigados, con esta impregnación imaginaria de que así como la basura es algo antihigiénico, que ensucia y que enferma, los que manejan la basura también tendrían esta misma característica de la basura. Es decir, que si nuestra sociedad basuriza objetos, a las personas que trabajan con la basura también las basurizan”.
 
Viernes. Quizás hoy la lectura sea una placer plebeyo. Si esto fuera cierto, habría que repensar varias cosas.

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