PROPUESTA TINELLIANA/ |
Televisión tenedor libre |
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Después de un tibio debut de Charlotte Caniggia, donde brilló más su madre que ella, Tinelli descubrió que con la chica podía hacer eso que es su marca registrada desde que empezó Showmatch: "riámonos de vos con los espectadores". Y el martes 3 de julio consiguió su mayor audiencia burlándose de la extranjera y su desconcierto ante la vida cotidiana, y después de sus colaboradores a los que hizo calzar plataformas para correr la "maratón gay" (¡justo el día que se lanzaba una política pública para la comunidad GLTB!). La improvisación, el desbarajuste que se percibía con el transcurrir de las horas regresó al programa al género que mejor le va, el del reality show. Dady Brieva, tan desconcertado como los televidentes al ver cómo lo previsto era reemplazado por lo que iba saliendo, sintetizó la receta tinelliana: "Acá se cocina mucho y después vamos viendo qué come la gente". Ideas del sur es a la televisión lo que el tenedor libre es a la gastronomía.
Como siempre que ocurre algo extravagante, ardió el Twitter con comentarios y opiniones. El resumen del intenso intercambio que hizo @televisioncomar muestra que lo que predominó en el círculo ilustrado fue la indignación y la crítica por lo que se veía. Y ligaron, cuando no, los televidentes, a los que se les da nada para elegir y después se los insulta por elegir tan poco. Pero si cada tanto se arma un despropósito como el de ese martes y nos llama la atención, no significa que estemos esperando eso de la televisión, como confirmaron las dos maratones subsiguientes, con nivel decreciente de audiencia. Lo dijo @lachicasabrina, fanática de la tele y perspicaz analista del minuto a minuto: “estas fiesta de tinely son lindicima pero en algunos momento me pregunto ke karajo lo estamon mirando,,,, son gente empedo kon pelukas,,,” [sic, claro, no escriban así en sus casas]. Pero es más fácil indignarse con la tele que pensar, como pregunta Bauman, qué tipo de sociedad tenemos que hace esa tele posible. Eso es lo que quise decir con el tuit que luego fue citado por ahí: "El que explique esto explica el país".
Circulan por ahí verdades nunca demostradas, encabezadas por el sujeto indefinido “La gente quiere…”. El análisis que hizo Pablo Sirvén del famoso martes aportó cifras que mostraban cómo la TV abierta, con sus chimentos, peleas y demás berretadas, no seduce a las audiencias. Lo que sí se puede explicar con números es que la televisión es un sistema de oferta limitada y que se elige de entre lo que hay. Durante el verano, la mesa de platos fríos ofreció “Soñando por cantar”, con Mariano Iudica como versión vociferada de Roberto Galán. Y el programa funcionó a base de demagogia explícita y localismo fácil. Pero apareció “La voz argentina”, formato con reglas claras de competencia, calidad técnica y emociones menos forzadas, y cambiamos de canal. Nos gustan los concursos de talento, pero si son buenos, nos gustan más.
Lo que a la industria, a los analistas, a los periodistas, les cuesta entender es que los cambios en los medios no son el futuro. Ya ocurrieron. Hace varias décadas que se acabaron los receptores de televisión, esa construcción de recipientes vacíos dispuestos a ser llenados apretando un botón del control remoto. La televisión sigue encendida horas, pero compite al mismo tiempo con varias pantallas. Y así como el celular te avisa que pongas a Marcelo con peluca, tus amigos de las redes te recuerdan con mayor eficiencia que los críticos de antaño que te perdiste el albañil de Rosario cantando boleros en Telefé. Que más te vale verlo en youtube si querés entender de qué estamos conversando. A los televidentes también nos gusta ver el talento de ese que se nos parece y nos entretienen tanto los chicos que hablan con Marley como los que se dejan gastar por Marcelo.
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