Que los animales muten. Que el pulpo, por ejemplo, se camufle como si fuera ninja. Que haya animales que cambian de color. O pasen de gusanos a mariposas. Que haya aves que recorran continentes. E insectos que tengan un mejor radar que la torre de control de un aeropuerto, vaya y pase. Podemos vivir con semejantes milagros de la naturaleza, y seguir con nuestra vida pensando que la verdadera magia la tienen los superhéroes de Marvel.

Sin embargo, hay un fenómeno que, cada tantísimo, sorprende al mundo. Y es que al cielo, muy de vez en cuando se le ocurre un evento casi milagroso, más impactante que el día que llovió bíblicamente maná del cielo. Y es la extraña lluvia de peces. No es chiste. No es broma. No es video trucado en tiktok. No hay trampa: es un hecho simple y concreto. A veces, aquí y allá en el mundo a los peces se les da por volar y llover torrencialmente en la cabeza de los pobres vecinos.

Y esto que parece de película de Spielberg, tiene finalmente su explicación científica. No son peces lanzados desde aviones ni desde platos voladores. No son promociones de pescadería del pueblo. Es un hecho metereológico curioso pero real: a veces, el viento levanta tanta velocidad en forma de remolino –se los llama mangas marinas- que se lleva con él el agua de los lagos y mares, y asciende en forma de nubes con todo lo que hay en él, cual pesquero ilegal made in China. Y luego, días más tarde, cuando le da por expulsar lo que tiene dentro –porque las nubes también, llegado el momento, evacúan y hacen sus necesidades- esa precipitación llega con sorpresa: y así caen peces del modo más impensado del mundo.

No sólo caen peces, también caen ranas y algunos otros bichos con menos márketing publicitario.

La historia de cuenta de registros remotos siglos atrás, donde constaba esas extrañas precipitaciones que, por entonces, consideraban un castigo de Dios. Pero ahora, en tiempos donde todo se sabe, todo se mide, y todo se expone, sabemos a ciencia cierta que la magia es puro fenómeno metereológico. Los peces caen y las ranas también. Pero el día en que lluevan vacas y caballos, ese día realmente tendremos un gran problema y no habrá paraguas que aguante.