Lo llaman personal vigorizado. Es un grupo de empleados normales a los que, por obra y gracia del dueño, se le asigna un día libre a la semana. Es decir, otro que no sea el sábado y domingo, lógico. Ese día a la semana libre es fijo y corre para todo el año. Los empleados pueden hacer ese día lo que se les cante: visitar amigos, estar en familia, clavarse maratón de Netflix. No importa. Es suyo y no deben rendir cuentas a nadie.

La modalidad del día libre extra la puso en práctica una empresa de Nueva Zelanda y dice que, llamativamente, los empleados trabajaban y rendían mejor que antes, a pesar de que trabajaban un día menos. Pasaron de 42 horas semanales a 30. Y, por supuesto, les pagaba el salario como si fueran 42.

Una vez que instaló el día libre, la empresa de fideicomisos Perpetual Guardian, que motivó el cambio, pidió que investigaran el rendimiento de sus empleados para compararlo con el pasado. El personal, descubrieron, se volvió más creativo. Más interesado en focalizarse en el trabajo y dejar atrás rutinas que eran tiempo perdido. En lugar de tomarse largos descansos durante el día, tenían mejor ritmo y con menos interrupciones. En lugar de perder el foco y la concentración a lo largo de la jornada, los empleados mantenían un flujo estable de atención y energía. Y todo con un día libre. Milagroso ¿no? Y uno que cree que para rendir más hay que trabajar más.

La cultura de aliviar cargas y ver los resultados también es parte de plan educativo en la exitosa Finlandia, donde tienen la mejor educación del mundo. Los alumnos, al margen de escolaridad gratuita, tutores para los que se atrasan, comedor gratis y demás, cuentan con una modalidad de trabajo revolucionaria: tareas para el hogar, prácticamente no existen. Los finlandeses sostienen que así los chicos, fuera de la escuela, pueden disponer de más tiempo para socializar, hacer deportes y, en fin, vivir la vida. Lo cual también es parte central de su formación. Y esto trae, como correlato, alumnos más enfocados en el estudio, más atentos y permeables al conocimiento.

Los empresarios y educadores deberían tomar nota de estas tendencias. Generaciones nuevas sin tareas para el hogar. Empleados que gozan de un día libre extra, una ventanilla baja de brisa fresca, cortando la semana. Hay que terminar con refranes que alientan la exprimida enérgetica de coco en el trabajo, y ponderan el sacrificio como mandamiento number one, del estilo de, “al que madruga Dios lo ayuda”, y “al que quiere celeste que le cuesta”. Y traer otro nuevo refrán con miras al futuro, máximas más sensibles y compasivas de cara a los tiempos que vendrán como esta: “Si quieres que tu empleado fluya como pez, en lugar de dos días libres, dale tres”.