Pierde Boca, y los directivos anuncian entusiastas, que fueron superados por River con justicia. Los hinchas, juntos, celebran en el Obelisco por haber llegado a una instancia tan trascendente. Los piqueteros deciden no cortar calles para no jorobar más a nadie y en su lugar, como medida de protesta, plantan geranios en las plazas. A Macri, Cristina y Massa se los ve comiendo en un restó de Palermo, todo sonrisas. Debaten juntos cómo hacer de la Argentina un país, al fin, sin deudas y sin desigualdad.

Los programas de chimentos y panelismo ensañado deciden que, a partir de ahora, se transforman en magazines culturales. Jorge Rial y Luis Ventura declaran que, el año próximo, inician sus carreras como artistas plásticos.

Los egresados en arquitectura de universidades privadas se comprometen a rediseñar casas en las villas. Los psicólogos en universidades privadas dan servicios gratuitos a los que no tienen un peso. El ministro de educación anuncia que, a partir del año próximo, se incorpora a la currícula clases de yoga y meditación. Los propietarios que viven solos en casas con capacidad para más de una persona, asumen el compromiso de alojar a gente que duerme en la calle: les dan cama, ducha, cena y desayuno sin costos.

Los programas de humor hacen sketches divertidísimos sobre cómo era la vida rivalizada, enemistada y golpeada en tiempos de grieta. Todos nos reímos. Ya no más grietas. Ahora, la vida es un puente.