Dicen que tiene escritas sus memorias y no consigue editorial que quiera publicárselas –cuatro grandes sellos ya le dieron el no-. Dicen que cada vez tiene más dificultades para encontrar  productores que quieran invertir dinero en sus propuestas –incluso inició una demanda con Amazon por negarse a estrenar su último film-. La vida de Woody Allen, hace tiempo, dejó de ser una comedia. 

Sus últimas películas taquilleras tienen, mínimo, más de diez años de estreno. Los premios ya no le llueven. Los elogios tampoco. Sus colegas ya no lo nombran como un referente. Y los comediantes tampoco lo destacan como su influencia. Michael Caine, Mira Sorvino, Susan Sarandon y tantas otras juraron que no volverían a actuar en una de sus películas.

Y a la falta de éxito se sumó una vieja demanda que, tras el Me Too, regresó con más combustible: Dylan, su hija adoptiva junto a su ex esposa Mia Farrow, hoy ya de 34 años, contó públicamente cómo, según ella, el director la abusó cuando era niña. Y esto es historia sabida. “Me hacía tumbar boca abajo y decirme que ése era nuestro secreto”, reveló. Pero ningún juez pudo condenarlo y salió absuelto. Aunque la realidad de los tribunales, pocas veces refleja la realidad de la calle. Durante la filmación de su última película en San Sebastián –“El festival de Rifkin” que, si todo le sale bien, se estrenaría en el 2020- los vecinos organizaron una marcha para boicotear el proyecto. “Es un abusador y un símbolo de violencia machista”, declararon sus organizadores. 

No he pensado en jubilarme, nunca”, dijo semanas atrás en San Sebastián. “Mi filosofía siempre ha sido que no importa lo que ocurra en la vida. Solo me centro en trabajar. Quizás me muera en un plató, rodando”.

Desde las denuncias de abuso –a estas se sumó una ex actriz que en diciembre dijo que tuvo relaciones con él cuando era menor de edad-, la familia de Allen está dividida. Allen terminó, como es sabido, casado con una de las hijas adoptivas de Farrow, Soon Yi. Y acabó con todos los hijos de Mia en contra, excepto, claro su esposa Soon Yi, y Moses Farrow, que salió en los medios a acusar a su madre de malos tratos. “Esta denuncia pública contra mi padre es el mayor lamento de mi vida”, confesó Moses, puso en duda los abusos y dijo que su madre usaba el caso como venganza. 

Soon Yi –en la única entrevista que dio- llegó a decir que Mia la colgaba de los pies para que le llegara sangre a la cabeza y así rindiera mejor en los exámenes. 

“Amamos y apoyamos a nuestra madre, siempre fue cariñosa y generosa. Ninguno de nosotros ha sido testigo de otra cosa que no sea el trato familiar en nuestro hogar, razón por la cual los tribunales otorgaron la custodia exclusiva a nuestra madre de todos sus hijos”, escribió Ronan Farrow, único hijo biológico de Mia y Allen, en un comunicado de apoyo a su madre junto a sus hermanos.

Allen ya tiene 83 años. Una carrera enorme. Y una sombra que lo sigue, crece y, por lo visto, tarde o temprano lo atrapará.