En los últimos años (entre 10 y 15), la gente ha multiplicado sus amigos en Facebook, Instagram u otras redes sociales. Pueden sumar 50, 500 o 3000 contactos. Pero claro, ¿cuántas de todas esas personas amontanadas en el listado de "amigos", son verdaderos amigos? ¿A cuántos del largo listado hemos visto o cruzado en la vida real hace poco tiempo, y por un interés real mutuo?

Se calcula que una persona a lo largo de su vida logra generar lazos de verdadera y sostenida amistad con entre cinco y diez personas. Por lo tanto, de existir un tamiz de amistades reales para las redes sociales, el resultado sería bastante desolador. Pero eso importa poco. Todos saben que los "amigos" de las redes sociales no son verdaderos amigos. Y tal vez por eso las redes sociales son tan exitosas. Porque podemos saber de todos; a partir de lazos cada vez más superficiales. Hasta aquí el escenario conocido desde hace años. ¿Y qué sigue? La inteligencia artificial y sus fantásticas creaciones artificiales.

Cuando vemos una red social, entre otras muchas cosas, accedemos a actualizaciones de conocidos o de personas que tratamos en otras épocas. Podemos dudar  de la veracidad de los dichos o las imágenes que me presentan, pero de algo esteremos seguros: en principio del otro lado hay una persona real. Con la inteligencia artificial eso pronto dejará de ser la regla.

Parecidos a los humanos

La inteligencia artificial será capaz de copiar o falsificar humanos en el universo digital. Y eso será un verdadero problema al principio, y luego una realidad con la que tengamos que convivir.

Y no es un fenómeno que está lejos en el tiempo. Ya existe y se generaliza cada vez más, a partir de tecnologías como ChatGPT y chatbots. Primero fue desde el texto escrito, luego desde las respuestas con voz (ya existen coconductores radiales con IA). Y muy pronto será desde la pantalla con voz y cara de humano.

Luego, también ya existen los clones digitales, que son muy utilizados en el cine de Hollywood desde hace varios años. Ya no es necesario tener a todos los actores en el set en todas las escenas. Porque con los clones digitales, creados en base a la imagen del actor, muchas escenas se contruyen de manera digital y sin actuación real (como si fuesen personajes de un videojuego). Ese fue uno de los puntos que determinó la huelga de actores en EEUU.

Por supuesto en este nuevo escenario, y como ocurre en cualquier lucha por defender derechos, los actores más famosos o las grandes estrellas, tendrán la posibilidad de vender los derechos de su imagen.; e igual seguirán generando millones. En Canadá existe un estudio que cuenta con un sistema exclusivo  que une imágenes de cientos de cámaras para lograr la imagen digital más completa para generar a los clones. Actores como Brad Pitt o Tom Cruise ya han  pasado por ese estudio, y sus clones digitales podrán ser utilizado para que actúen, incluso cuando esas figuras ya no estén en este mundo.

El problema de esa nueva variable viene con los actores menos conocidos, que serán los más perjudicados. Porque cobrarán sueldo completo por lo que trabajen (en unas pocas escenas), y una paga mínima por el uso de su imagen en las escenas secundarias.

Nuestros avatares como IA

Luego están los avatares. La empresa Meta (Mark Zuckerberg) desde antes de la pandemia ha avanzado con la idea, y afirma que pronto todos tendremos avatares para actuar en el mundo digital. Es decir, como con las redes sociales pero en un espacio de intercambio digital como de videojuegos. Sobre ese punto giraba la película Ready Player One: en un mundo decadente y sombrío, el universo virtual era la escapatoria y el único espacio que ofrecía una vida más interesante.

La idea parecía ir en camino de generalizarse hasta que la pandemia cambió las cosas. Fueron dos años encerrados con un acostumbramiento forzado a los encuentros virtuales; entonces superada la crisis sanitaria, la gente revalorizó la vida afuera y los contactos de cercanía.

Sin embargo, los avatars volverán con fuerza, dicen. Y con la inteligencia artificial, nuestros avatares podrán actuar como nuestros clones secundarios. Porque ya es posible incorporar a un chat de inteligencia artificial todos nuestros conocimientos volcados en libros o pdfs. Y un avatar virtual de nuestra persona podrá dialogar con otros y charlar sobre temas de nuestra especialidad, de la misma manera como lo hace una persona real. Así, un consultor podría cobrar una tarifa por actuar de manera plena como persona de carne y hueso. U ofrecer un servicio menos completo más barato, solo basado en el avatar con los conocimientos básicos. Es decir que tendremos avatars y a su vez los avatars podrán actuar como nosotros, mientras salimos, por ejemplo a pasear al perro.

¿Y habrá IA para el amor?

Las IA para el amor, o mejor dicho para la falta de amor, también ya existe.

Si la inteligencia artificial puede capitalizar todo el conocimiento de una especialidad profesional, por supuesto que también puede adquirir las formas del intercambio y diálogo para el romance y el amor. Y ya se usa.

Hay aplicaciones con IA que dialogan con los usuarios como si fuesen novias y mujeres de compañia. Que le dicen a la persona real que lo extrañan, y  que pueden elogiarlo sobre aspectos de su verdadera vida. E incluso que lo invitan a pasear, a tomar una cerveza o a pasear por la playa (aunque viva  en Corrientes Y Pueyrredón). Esa misma tecnología también se usa en muñecas de compañía.

Aunque las mencionadas apps de Ia son muy exitosas y tienen muchísimos usuarios, las opiniones indican que rápidamente se tornan repetitivas y monótonas. Y por lo tanto, demasiado superficiales. ¿Qué novia o novio real podría ser tan elogioso de manera ininterrumpida?

Pero claro, esto solo es el comienzo; y la tecnología avanza de manera vertiginosa. Lo que está por venir por ahora es absolutamente incierto. Aunque si la imaginación avanza y lleva a pensar en mundos extraños e insospechados, tal vez no se equivoque. Todos estaremos atentos a los tiempos por venir,  con inteligencia artificial para todos los gustos, que será un verdadero espectáculo para sorprender.

Sin olvidar que el cambio climático también puede llegar a cambiar todos los planes de golpe y obligarnos a volver a la vida como era antes: con menos tecnología, y un regreso a lo natural.

Escrito por Sebastián Di Domenica