Viernes. Hoy hace un año se confirmaba el primer caso positivo de covid 19. Se dijo que era un chino que se comió un murciélago fosforescente, pero el murciélago respondía al nombre en clave Thomas Malthus y trabajaba para la CIA. Malthus: «El mal existe en el mundo no para crear desesperación sino actividad. No debemos someternos pacientemente, sino esforzarnos para evitarlo.» La fecha se superpone con la Vuelta de Obligado, sus cadenas de resistencia al invasor y parte en norte un banquero murió en un accidente de helicóptero. Por la tarde escucho Los Saicos.

Domingo. Anotación. Explorar la disonancia. Pero ¿cómo? ¿Ligada al virus o a la vacuna? Los que no le tenían miedo al virus ahora le tienen miedo a la vacuna. Un pozo del cual se quiere salir cavando. Pato Erb siempre usa esa expresión.

Lunes. En relación al día de la soberanía. El historiador más importante de la Argentina fue un napolitano.

Martes. Un recuerdo. Hace más de veinte años di una clase en la facultad sobre Nelson Rodrigues. Puse todo en esa clase. Es difícil escribir sobre lo que nos gusta, mucho más sobre lo que nos fascina. Dar una clase resulta más simple, se puede ser algo más elegante siendo parco, esconder la devoción, poner muecas, transmitir el deseo, las ganas de la lectura. Terminé y la catedrática del caso me señaló que Nelson era grasa. Levanté las cejas. Los alumnos me miraron. Nadie del aula, salvo yo, había leído. Respondí: “pero claro, de eso se trata.” La catedrática marco distancia. Ella era sofisticada. Esa tarde volví de la facultad caminando. Pasé por Acoyte y Rivadavia. Miré las vidrieras. El caos de tráfico y los reflejos de la gente me dieron un poco de Rio de Janeiro mental. Pensé en la educación sentimental, en la clase media, esa lírica. Sonreí. Ahí estabas Nelson, Nelsinho. Ahora leyendo En París son las once de Francisca Mauas vuelvo a encontrarte. Seguís por acá, tu influencia, tu escuela de libertad, tu solvencia para retratarnos como somos. ¿Y los que no la ven...? Bueno, que la cuenten como quieran. Ellos también son tus personajes.

Miércoles. Murio Maradona. No lo puedo creer. No tengo palabras.

Más tarde. Escribo una anécdota, muy breve, sobre un taxista que me habló durante una hora de Maradona. La publico en Revista Paco. No puedo leer otra cosa que no sean redes sociales. Busco los libros que tengo de Maradona en la biblioteca. No sé qué son, qué valen. No entiendo nada. Encuentro la tapa de un Gráfico. Leo solo los mensajes del celular. Veo videos: lloro, paro de llorar, vuelvo a llorar.

Jueves. Velorio masivo en Casa Rosada.

Viernes. La única lectura posible son las redes sociales. Algo del periodismo, muy poco. Muchas fotos, muchísimas, todas épicas, todas excelentes. La tristeza es ecuménica, mundial. El orgullo, la alegría y el deseo impostergable de ser argentino. Eso fue Maradona.