¿Será algo así como la novena vez que veo Nueve reinas? Quizás la haya visto -injustamente- algunas veces menos. Sé que la vi por primera vez en cine, en la sala Santa Fe, que ya no existe más, el día del estreno. Y que la vi otra vez en ese redondísimo año 2000. Ahora la volví a ver en cine luego de todos esos años: la han pasado al formato digital porque casi ninguna sala proyecta hoy en día en 35mm y este fue un reestreno con varias copias, o varios archivos difícilmente tangibles.

1- En fílmico la habíamos exhibido en el Bafici 2016, en mi primer año como director del festival. En ese año se iban a cumplir diez de la muerte de Fabián Bielinsky, la muerte que más me ha dolido hasta ahora del mundo del cine. Y así fue que en 2016 dimos Nueve reinas y también El aura en fílmico, y además hicimos una muestra en homenaje a Bielinsky en el Centro Cultural Recoleta. E hicimos y publicamos un libro sobre Bielinsky. Quizás hayamos sido los primeros en hacer un homenaje a Bielinsky, aunque todos los que vinieron después fueron también ampliamente merecidos. En esa ocasión, por razones laborales obvias, no pude volver a ver en cine Nueve reinas.

2- Había vuelto a ver Nueve reinas en DVD, quizás en 2008 o 2009, varios años después de haberla visto dos veces en el estreno. La vi porque me habían contratado para escribir un pequeño libro, un ensayo crítico acerca de El aura. Cuando terminó Nueve reinas, ante el “me acordé” y los créditos con “Il ballo del mattone” de Rita Pavone, lloré, como a veces se llora ante ciertas contundentes perfecciones artísticas. La liebre de Durero en Viena, el Taj Mahal en Agra, Nueve reinas en Buenos Aires. 

3- ¿De qué trata Nueve reinas? Ya lo saben, y si no lo saben deberían saberlo, porque no se puede andar por la vida sin haber visto Nueve reinas por lo menos dos veces. Entre otras cosas trata, como El aura, sobre estar atento. Ante el mal, ante el plan, ante la oportunidad de “salvarse”. 

4- En las dos películas los personajes interpretados por Ricardo Darín (Marcos en Nueve reinas, el taxidermista en El aura) hablan sobre estar atento, de lo que también se habla en Heat (Fuego contra fuego, Michael Mann, 1995), que Bielinsky había visto muchas veces, como también había visto muchas veces Deliverance (John Boorman, 1972) y otras películas americanas de los años setenta del siglo pasado, ese período que había sido el mejor della historia del cine, según nos decía valiente y lúcidamente Pauline Kael.

5- Nueve reinas, ya se sabe, es una película con sorpresa final. Esa sorpresa puede maravillar, pero como verdadero relato perdurable está construída para volver a ser vista, para hacer lo que los personajes saben y dicen que debería hacerse: para estar atentos, no ya a la trama sino a la construcción de la trama. Conociendo el final uno ve la película con otros ojos, con una nueva mirada aún más maravillada y más atenta a los detalles que la primera vez.

6- Ahora bien, ¿cuántas veces se puede ver Nueve reinas y que permanezca vigente el asombro, el placer de estar otra vez con la película? Creo yo que hay una característica de la película que es inmediatamente perceptible pero que quizás no se haga consciente tan fácilmente. Nueve reinas es una película en movimiento desde el principio: vemos de entrada al personaje interpretado por Gastón Pauls esperando, inquieto en potencia, listo para ponerse a andar y poner a andar el relato. Y lo vemos decidir cuándo ponerse en movimiento. Y ese movimiento que propone la película es un movimiento a su modo musical, o al menos rítmico. Ritmo que percibimos festivamente en decenas de diálogos y también en el revoleo inicial de objetos por parte de Marcos, ese revoleo de cosas no robadas sino afanadas. Y sabemos que una película así, lo sabemos con fascinante frecuencia, la podemos ver infinidad de veces. La queremos ver. La queremos. 

7- No sé si antes de esta vez, de esta función casi llena el domingo de la semana pasada en Recoleta, me había dado cuenta de cómo funcionaba el diálogo en el que Sebastián, que se hace pasar por Juan, dice que siempre quiso llamarse Sebastián.

8- Yendo a otros asuntos importantes: gracias a este reestreno mis hijas mayores vieron por primera vez en cine la película. Mi hija menor -por ahora- tendrá que esperar a otro reestreno. Por su parte, mi próximo hijo seguramente escuchó algo de la película cómodamente flotando dentro de su madre. Esas experiencias cinematográficas influyen en los niños, nos decía Nanni Moretti en Aprile. Y eso, en este caso, está muy bien.

9- Esta vez, cuando Sebastián, ya no Juan, dijo “me acordé” y empezaron los créditos finales con “Il ballo del mattone” de Rita Pavone, aplaudí una vez más y otra vez volví a llorar. Gracias eternas, Fabián.