Antes de entrar al cine escuchamos, desde la puerta, que un tráiler -que no llegamos a ver- se refería a Los Pitufos. Hay una película animada de Los Pitufos. Otra, una nueva, de ahora, de 2025. Los Pitufos, los azules, fueron creados en 1958, y la serie de televisión apareció en -fue cosecha- 1981. Después dieron el tráiler de la versión “live action” -qué horror el uso del lenguaje en estos tiempos- de Cómo entrenar a tu dragón, basada en la película de 2010. Después vino el tráiler -el avance o la cola, decíamos antes- de Lilo & Stitch también “live action” (la Lilo y Stitch original es del año 2002). La plaga del “live action” podría ser un documental con cierto atractivo, o un lindo artículo que no tengo ganas de hacer porque implicaría ver esas películas que son versiones de otras películas que ya vi animadas. Después del tráiler de “la nueva” Lilo y Stitch, y de unas publicidades de restaurantes cada vez más feas, empezó la película que íbamos a ver: Looney Tunes, el día que la tierra explotó.
La marca Looney Tunes empezó en 1930, es decir que está pronta a cumplir 100 años, en un lustro. Los protagonistas de esta película son Porky (creado en 1935), el Pato Lucas (creado en 1937) y Petunia (creada en 1937). Personajes animados de ayer -de antes de la Segunda Guerra Mundial- que vuelven hoy, cuando cada vez hay menos gente que puede decir de memoria en qué años ocurrió la Segunda Guerra Mundial. Pero esos son otros asuntos, o estos mismos asuntos pero ya es hora de decir que Looney Tunes: el día que la tierra explotó es muy buena, que es toda animada y no tiene “live action” como Space Jam (1996, con más Looney Tunes y Michael Jordan y otros notables) y Looney Tunes Back in Action (2003, dirigida por Joe Dante). Esta nueva Looney Tunes trae a los personajes de ayer y realmente los convierte en una fantasía animada de hoy, o de hoy con conciencia histórica, del cine, del humor, de los gestos. Looney Tunes: el día que la tierra explotó es absurda, frenética, lunática, maníaca, de esas que se enorgullecen de su oferta de diversión como marca registrada, de las buenas marcas registradas, de un producto -o una serie de productos- del siglo XX.
Looney Tunes el día que la tierra explotó es un título demasiado largo, incluso para comunicar y vender la película. Y es un título con referencia a El día que paralizaron la tierra -en inglés el juego entre los títulos es más claro, juega mejor-, el clásico de ciencia ficción de 1951 de Robert Wise, que tuvo una remake en 2008. Las referencias de Looney Tunes: el día que la tierra explotó no se quedan ahí y están también La invasión de los usurpadores de cuerpos y La noche de los muertos vivos (y los Body Snatchers y los Living Dead son más que una película, claro). Enraizada en diferentes géneros y subgéneros, Looney Tunes: el día que la tierra explotó tiene ciencia ficción, terror, zombies, una pizca de policial negro (en el Diner). Y sobre todo tiene comedia comedia comedia, y esa noción de Estados Unidos de América como la América en la que la potencia de un producto -el chicle- y un nuevo lanzamiento es un suceso de proporciones disparatadas.
Looney Tunes: el día que la tierra explotó tiene, además de todo el siglo XX que ya dijimos, canciones como “(Everything I Do) I Do It For You (Classic Version)” de Bryan Adams, de 1991, presente en la película Robin Hood de ese año dirigida por Kevin Reynolds y protagonizada por Kevin Costner (la leyenda de Robin Hood viene de la Edad Media, y las primeras referencias escritas son del siglo XV). Y, en el energético momento estelar de acción científica contra los zombies, suena “It's The End Of The World As We Know It (And I Feel Fine)” de R.E.M., canción de 1987. Así da gusto ver películas. Y mejor aún con Azul, que tenía cuatro cuando la vimos, hace poco más de una semana, y ahora tiene cinco, como la cantidad de espectadores que estábamos en la sala del Recoleta un domingo a la tarde. Qué lindo era el cine con más gente, el del siglo XX.