Por: Luis Majul. Cuando a la presidente Cristina Fernández viuda de Kirchner le muestren las primeras encuestas ”independientes” después de los episodios violentos de Soldati recibirá dos malas noticias. Una: que si las elecciones fueran hoy, ya no ganaría en primera vuelta, como venía sucediendo desde la inesperada muerte de su marido. Y dos: que Mauricio Macri, a quien el cristinismo eligió como adversario preferido de las últimas batallas, se ha transformado en el político de la oposición que más posibilidades tiene de vencerla, por encima de Ricardo Alfonsín. No hace falta ser un encuestador infalible para suponer que, de aquí en más, las buenas noticias, para el gobierno, no serán muy frecuentes. La jefa de Estado llegó a su pico de imagen positiva después de la desaparición física de Néstor Kirchner. Sin embargo, en el medio del desinfle del efecto luto ya soportó dos crisis de la que no salió muy bien parada. La crisis de las tomas la sorprendió dando clases de derechos humanos por cadena nacional mientras los enfrentamientos del parque Indoamericano hacían recordar los sucesos de diciembre de 2001. La de la estación Constitución todavía no fue analizada por ninguna consultora, pero está claro que el Poder Ejecutivo reaccionó tarde y mal ante los miles de trabajadores que esperaron en vano un tren para volver a sus hogares en vísperas de las fiestas navideñas.
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